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Rakitic derrota a Osasuna (2-1)

La calidad del croata y la expulsión en el 35, determinantes para cosechar una sufrida victoria frente a los navarros

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Rakitic y sólo Rakitic. El croata puso la luz en un colorido Pizjuán que regresó al partido de las 12. El Sevilla, no sin sufrir, doblegó a un Osasuna con diez desde el 35.

Fue el tercer partido en siete días y el tercer cambio de sistema de Unai Emery. Ayer en Nervión, el vasco optó por un plan ofensivo, con Gameiro y Bacca en la punta de lanza. Rakitic, que volvía tras su lesión, fue titular partiendo desde el doble pivote junto al también reincorporado MBia.

El calor y color de las gradas se trasladó al césped desde el primer minuto de partido. Un pase de Carriço desde 60 metros lo cazó el astuto Jairo, que se plantó de gol ante el meta osasunista pero su sutil toque al esférico fue a parar al palo. Y todo en un minuto, el primero del encuentro. Pero poco hubo que esperar para presenciar la siguiente, esta vez para Bacca. En el 5, internada de Vitolo, eléctrico, que encontró al colombiano pero éste no aprovechó el pase de la muerte del canario para poner el primero de la mañana.


La vida del partido seguía igual. Alguna acometidas de los pamplones, con más corazón que cabeza, llevaban el susto al graderío del Pizjuán de vez en cuando, pero cuando el Sevilla asomaba por el área de Andrés Fernández el peligro era patente. Así en un primer cuarto de hora de ocasiones pero sin gol.

La primera de Osasuna en el 20. Un desplazamiento de balón tras el enésimo fallo de MBia en la cobertura llegó a De las Cuevas que, algo escorado, envió un fuerte chut que repelió Beto y el rechace no lo aprovechó el mismo atacante osasunista para llevar el susto en Nervión cuando peor andaban los de Emery. El choque entraba en una fase peligrosa para los locales, perdiendo la intensidad y las ideas minuto a minuto y con un rival que iba tomando confianza, incluso el control.

En estas que apareció Jairo y Gameiro. Arreón sevillista que desaprovechó el francés con un lanzamiento tras pase del cántabro que detuvo el cancerbero. Fue clara. Ahí cambió el guión del encuentro. Precisamente, Gameiro en unos de sus potentes desmarques se plantaba sólo ante Fernández y fue derribado en el borde del área por Damiá. Era el último y,  aunque la falta fue rigurosa cuanto menos, el colegiado no se lo pensó dos veces para expulsar al exbético en el minuto 34. Once contra diez sobre el césped, otra vez. Y sin nada destacable se llegó al descanso, con un Sevilla que empezó bien pero que se fundió solo.

Pocas novedades en la reanudación. Incluso Osasuna, con uno menos, parecía tomar la batuta en medio de un horrendo concierto. El Sevilla volvió a lucir su preocupante apatía y es que le cuesta un mundo abrir las defensas pobladas y férreas. Pero claro, cuando en tu equipo tienes a un futbolista llamado Ivan y apellidado Rakitic nada es imposible. Corría el minuto 55 cuando MBia, con un pase prodigioso, posibilitó al croata que luciera sus virtudes con un golazo de sombrero. Sin dejarla caer y el cayendo la cruzó hasta donde jamás puede llegar un portero. Es muy bueno y él solito define partidos. Así de claro y así de sencillo.

En el fervor de la alegría por el tanto sevillista, la pitada de la mañana a Diego Perotti cuando pisó el césped. El sevillismo no perdona su feo gesto en el duelo europeo ante el Friburgo.

Pero todo pasó y el Sevilla se fue a cerrar el partido por la vía rápida. Primero fue Bacca el que pudo sentenciar con un bello gesto técnico, pero de nuevo el cuero se topó con el palo. El que sí obtuvo el premio fue Jairo a falta de un cuarto de hora. El cántabro rompió a su par en carrera y de tiro cruzado batió a Andrés Fernández. Gran gol de uno de los pilares de este equipo.

Y tras un segundo palo del desafortunado Bacca, la noticia de la mañana. Rusescu se estrenó con el Sevilla en Liga después de una larga travesía por el desierto. La ovación fue abrumadora para el rumano. Pero hubo que sufrir hasta el final. Cabezazo impecable de Oriol Riera en el 87 que se coló por la escuadra de Beto. Acostumbrado a complicarse. Menos mal que llegó tarde antes de que la victoria se escapara de Nervión. Al final, hasta Rusescu mereció su gol.

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