Con este título parecería que voy a hablar del color más lúgubre del mundo. Es el color que exterioriza en nuestro país el dolor por el fallecimiento de una persona amada. O al menos así ha sido tradicionalmente, aunque en la actualidad esa tonalidad ya no solo la llevan los dolientes, sino que forma parte del vestuario de cualquiera sin necesidad de desgracias familiares. Tampoco tiene nada que ver con aquella canción pop rock del cantante colombiano Juanes que tanto sonó a principios del siglo que nos guarda. No. Ni lo uno ni lo otro. Me ha dado por bautizar así este artículo, porque es lo primero que me ha venido a la cabeza en cuanto he cogido el teclado, le he sacado punta, me he sentado y me he puesto a escribir algo de Carnaval, que es lo que nos va a entretener durante unos días a la espera de la próxima Semana Santa, a la que ya se le ve la peineta allá por encima del Cerro de los Mártires, según se mira desde Gallineras hacia Camposoto.
Pues eso. Que se trata de plasmar por escrito mi admiración al ingenio gaditano que, de verdad, no sé si es finito o si dentro de otros dos mil años seguirá sorprendiendo a los que les toque respirar por entonces el oxígeno que quede almacenado bajo llaves en barriles de oro. Bueno. Al lío. Los de la camisa negra son, como ya imagináis, esa chirigota con un nombre muy largo que será recordada para los restos simplemente como Los calaíta. Incluso ya he escuchado a muchos cristianarlos como Los Eugenio. Aunque me da a mí que esta gente de compadreo con la iglesia tiene poco, según manifiestan ellos mismos en uno de los pasodobles que cantan.
Creo no equivocarme al asegurar que después de seguir y vivir durante muchos años el concurso de agrupaciones, esta chirigota es un fenómeno extraño del humor gaditano. Algo que rompe moldes con una enorme dosis de erudición excéntrica, pero sin perder nunca de vista los conceptos básicos del salero de la tierra. Su paso por el concurso abre puertas a una nueva forma de inocular la gracia, elevándola a un excelso grado de inteligencia surrealista. El gaditano lo ha captado y ha demostrado su talento poniéndose al nivel requerido por la innovación apreciada.
Estamos ante un nuevo estilo dentro de una modalidad engendrada para hacer reír. Algo muy complicado en la vida. Solo hay que comparar la escasa selección de actores que consiguieron sacarnos la risa a través de la historia, con los muchos que nos hicieron llorar.
La verdad es que su primer pase en el teatro dejó al público desconcertado. Mirándose unos a otros se preguntaban con la mirada, qué
hago ¿aplaudo o me cruzo de brazos? Todo se disipó en cuanto abrieron la boca para declamar en perfecto catalán bona nit a tots… A partir de ahí el escepticismo dio pasó a la sorpresa. La sorpresa al interés y el interés al reconocimiento. Sus siguientes actuaciones fueron in crescendo hasta sentar cátedra en el gusto, la calidad, la elegancia y personalidad que acarrean a granel. Gente joven. Savia nueva siempre necesaria porque ello enriquece el abanico de alternativas en cualquier tipo de competencia. Desde luego que ha quedado patentado que su autor tiene una mente privilegiada. Que atesora una insólita cualidad de distorsionar las letras para finalmente rubricarlas de manera sencillamente exquisita e inteligible.
Por buscarles algún hándicap, podría catalogarla como una agrupación de teatro. Imaginarla en la calle sin la escenificación exhibida; sin niebla, sin banquetas ni mesillas, les va a suponer un reto que no tengo dudas superaran con la chispa y el ingenio que han demostrado.
Detallar cualquier por menor de su repertorio me parece inadecuado porque lo procedente es buscarlos por donde sea y prepararse para ver algo insólito. Una especie de simbiosis entre lo habitual y lo excepcional, donde dos siameses y un chiquillo de Wisconsin, toman gran protagonismo en el guion, llegando a desaparecer del escenario para instalarse en un palco como por arte de magia. Creatividad sublime digna de premiar, que, al jurado no se le ha pasado por alto, otorgándoles el máximo reconocimiento del concurso. No siempre ocurren estas cosas en el Falla.