La perversión educativa en las escuelas (3)

Publicado: 31/01/2020
Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

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Pero si el profesor que hace esto se siente apoyado por el estado, la situación se torna simplemente insostenible
Es el momento de preguntarnos por qué se está creando tanto alboroto con lo de que se existe un grave riesgo de que se pervierta la educación en las escuelas, cuando todos sabemos que desde que estas existen a los alumnos se les ha inculcado los mismos valores y opciones morales que han tenido las personas encargadas de enseñarles las materias y educarles para la vida.

Tanto a los maestros laicos como a los clérigos de cualquier religión las aulas les ofrecen la oportunidad de hacer proselitismo y adoctrinamiento, porque lo cierto es que a la hora de educar a los niños siempre han prevalecido las ideas y consignas de quien lo hace.

El profesor que adoctrina a sus alumnos puede hacerlo por iniciativa propia o al amparo del poder establecido, una diferencia fundamental a la hora de buscar posibles soluciones al problema de cómo el poder maneja los medios de formación, con especial deleite la escuela.

Así, partiendo de que tanto en la enseñanza pública como en la privada/concertada los profesores deben seguir las líneas del modelo educativo del estado, cuando uno de ellos se sale por su cuenta de esas líneas, convencido de que es mejor para a sus alumnos, la administración educativa dispone de mecanismos para corregir la situación. Pero si el profesor que hace esto se siente apoyado por el estado, la situación se torna simplemente insostenible.

Si además el estado crease leyes y lanzase normativas amparando el adoctrinamiento en las aulas, ¿qué sucedería?

La respuesta es fácil: volveríamos a la época en que los niños cantábamos brazo en alto y si un padre se enfrentaba el maestro podía terminar detenido, por supuesto todo legal. ¡Ah, claro¡ que eso no puede suceder porque estamos en una democracia.

No, no creo que sea eso lo que suceda,  pero nunca se sabe lo que puede pasar en la dictadura de lo políticamente correcto, de la inclusividad de manga ancha, del feminismo despótico, del postureo egocéntrico y del buenismo ridículo.

Aunque si lo pienso mejor, creo que lo que está sucediendo es que a la hora de establecer modelos educativos y elaborar proyectos curriculares a unos políticos tan espabilaos lo que les interesa es que sus ideas y consignas influyan en la educación de los menores, para hacerles adoptar formas de pensar que en el futuro permitan a esos mismos políticos permanecer en el poder.

Ya verán como por ejemplo los que hoy se oponen al pin parental lo apoyaran cuando gobiernen los otros, pues solo se trata de controlar la educación. Como siempre cuando se despiertan las vocaciones dictatoriales, los políticos actúan (y legislan) mostrando la más incontestable superioridad moral, aunque ésta haga más aguas que la bodega del Titanic la noche en que se hundió.

Esperemos que no se lleven al fondo el futuro de nuestros hijos quitándoles el salvavidas que le da la posibilidad de recibir una buena educación.

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