El Gran Teatro Falla quedó secuestrado al comienzo de la sesión por un grupo de asaltantes que, en lugar de atacar con máscaras de Dalí como en la famosa serie, se ocultaban con máscaras de Juan Manzorro.
Lástima que la idea fuera exactamente la misma que la de una agrupación juvenil. En el primer pasodoble defendieron que las chirigotas con esencia y mensaje son iguales de válidas que las que se dedican a hacer reír. El segundo, para los hosteleros que denunciaron la falta de mano de obra en Cádiz.
Cuplés regulares para firmar un discreto pase.