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Martes 16/04/2024  

El Loco de la salina

Se ha perdido la vergüenza

El agua se venderá al mismo precio que estaba, pero en botellitas cada vez más pequeñas

Publicado: 03/04/2022 ·
22:33
· Actualizado: 03/04/2022 · 22:33
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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No tengo ninguna intención de ahondar en temas eróticos, pero todo el mundo sabe que con el tiempo todo lo que sube baja. Es una regla matemática de la física cuántica que nunca falla y es tan verdad como que los tontos vuelan, si se lo proponen. Pero como España es diferente, aquí todo lo que sube, sube más todavía. Es curioso, pero es así de simple. Y si además se da la circunstancia de que hay una guerra por medio, o una sequía, o cualquier desgracia colectiva que haya que soportar entre todos, entonces prepárate, porque la raza hispana tiende a aprovecharse y a sacar a la luz lo más fino de su inteligencia acaparadora. Yo no es que esté bien de la cabeza, pero estoy por asegurar que ahí fuera los hay peores que yo, aunque aquí tenemos ejemplares únicos.

Ayer estaba yo en el manicomio tan tranquilo viendo en la tele treinta minutos de anuncios y uno de noticias, cuando me llegó mi vecino con la carita sonriente y feliz deseando contarme lo poco que había gastado y lo mucho que había ahorrado. Le pregunté, y me contó frotándose las manos que fue a la gasolinera a llenar el tanque, porque se había enterado de que iban a bajar un montón el precio de la gasolina. Al muy tonto le faltó tiempo para dirigirse a la primera gasolinera que vio. Me cuenta que estuvo en la infinita cola cuatro horas, pero que venía muy contento, porque se había ahorrado 60 céntimos. ¿No es para darle con la zapatilla en la boca? ¿No es para que lo coja el psicólogo y lo tenga una temporada en el sofá dándole cosquis? Y yo me quedé pensando en que los que se matan en las gasolineras para ahorrarse cuatro perras, son los mismos que se gastan en pamplinas mucho más de lo que se ahorran en el surtidor.

Por otra parte ¿qué podríamos contar de los que venden alimentos? Hay paisanos honrados, pero también los hay tan listos, que sabiendo que un producto va a subir, lo guardan bajo candado en el fondo del almacén todo el tiempo que haga falta, dejan grandes huecos en las estanterías para disimular y luego lo sacan para venderlo más caro al nuevo precio diciendo que lo acaban de recibir y que la guerra es la culpable del desabastecimiento. Otros no suben el precio, pero con una habilidad que espanta lo que hacen es bajar la cantidad. Son listos, pero de vergüenza andan muy escasos. Que los dulces, por poner un ejemplo, están a 1 euro, pues se siguen dejando a 1 euro y no se suben, pero de la noche a la mañana se despertarán encogidos y se volverán de golpe más pequeñitos. Y, si subiera más el precio, se volverían más pequeñitos todavía. Y ya lo advierto desde aquí para que a nadie coja desprevenido el tema. Todo va a encoger poco a poco. Parece que lo estoy viendo y ya lo verán ustedes también. El agua se venderá al mismo precio que estaba, pero en botellitas cada vez más pequeñas, la leche vendrá en diminutos dedales a igual precio y el pan será igual de largo pero apenas tendrá migajón. Y ya sabe lo que va a escuchar como justificación, que si la guerra, que si la sequía, que si esto no se puede soportar, que si habrá que cerrar…

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