Ahora está candente el tema de los aranceles. Le he explicado a mi nieto en qué consiste eso de los impuestos. Me comí el 30% de sus galletas y, llorando, me dice que ahora es cuando lo ha entendido.
Pero el pelirrojo se ha venido arriba, y, cuando el encuentro estaba a medio jugar, ha dicho que se lleva la pelota y que ya no se juega más, porque la pelota es suya y le están robando el partido por la cara. Cada vez que los locos vemos a este fantasmón en la tele, pensamos todos lo mismo: ¡qué cara más agria! Este se cree dueño del mundo, y está muy equivocado. Los dueños del mundo somos nosotros, los locos, los que estamos encerrados en este manicomio. Y somos los dueños, porque no tenemos nada que demostrar, no nos creemos que somos algo, nadie nos va a pegar un tiro en la oreja ni más abajo, y el espacio que ocuparemos cuando se nos agote esta vida va a ser de la misma amplitud que tendrá este fantasma, es decir, un boquete justito para meter su cuerpo serrano. A este tipo de gente le gusta la bronca, la tensión, el aquí estoy yo y que los demás giren en torno a su inmensa figura.
Los locos pensamos que le sobra verborrea y corbata. Sale con la tabla de los mandamientos como Moisés en la Biblia y les señala a todas las naciones el camino que tienen que seguir, si quieren gozar de la bienaventuranza norteamericana. Los locos no sabemos qué tipo de sustancias toma este hombre o qué se mete en el cuerpo.
Sin embargo, al pelirrojo le tocó la china, porque lo tienen calado. Estos cientos de millones de criaturitas del extremo oriente con los ojos encogidos parece que no ven bien, pero saben sumar y restar y son más listos que el que inventó poner ruedas a las maletas. Por cierto, voy de vez en cuando al bazar chino que está junto a mi casa y estoy aprovechando para aprender chino. La encargada me ha enseñado ya a decir buenos días, gracias y de nada. No lo pongo aquí porque todavía no sé escribirlo y sabe Dios lo que puedo tardar en aprenderlo. Siempre que aparezco por allí me suelta una palabra nueva. La verdad es que los admiro. Si un cañaílla tuviera una tienda en Hong Kong, ¿cuánto tardaría en aprender chino? Sin embargo, estos de aquí aprenden el español con una facilidad que espanta y te dicen en puro castellano hasta en qué pasillo está la cartulina que buscas. Y es porque son listos.
De modo que el pelirrojo lo lleva claro. Que le ponen a China un arancel de 85%, pues van los chinitos y le cargan también un 85%. Los españoles estamos a años luz por detrás de estos pájaros. Aquí los palmeros están un poco desconcertados, porque saben que, si aplauden a su jefe, enfadan al matón, y, si no lo aplauden, peor. Parece que el pelirrojo ha comenzado a recular, cuando se ha enterado de que Sánchez ha ido a la gran China a arreglar el problema mundial. El presidente chino, que está al tanto de todo lo que pasa en el mundo y sobre todo en España, ya se da por engañado. Además, Sánchez le ha regalado el cuento de Pinocho para demostrarle que mintiendo le irá mejor, le crecerá la nariz y dejará de ser chato.
En fin, los locos esperamos que haya alguien en EEUU que ponga un poco de luz en el cerebro de su presidente, porque con el de aquí ya hace tiempo que hemos tirado la toalla.
