¡Qué frío!

Publicado: 05/02/2012
El frío es muy malo. No lo digo yo; lo dice todo el que lleve sangre en las venas. Es la frase que más se escucha estos días: ¡qué frío! Lo dijo ayer Griñán cuando tuvo que proclamar a Rubalcaba como ganador del Congreso de Avecrem, diciendo como los gladiadores: Ave, Alfredo, los que van a morir te saludan.
Lo dijo ayer Chacón, cuando le pusieron las cuentas por delante y, si en algún momento se le pudo ocurrir pensar que aquello era un pucherazo, se debió sin duda al frío y a las ganas con que se hubiera comido un buen puchero calentito. A mucha gente se le pasó por la cabeza que no era normal tanto tiempo para contar menos de mil votos. Hoy con tanta tecnología punta ese recuento tenía que haber durado quince segundos escasos. Mira anoche en el Falla lo que tardaron para hacer el primer corte del Concurso y eso es mucho más complicado que el Congreso de marras. Lo que no sabe el personal es que los congresistas no querían irse del recinto calentito en el que se estaban repartiendo las tortas y que fuera el frío era insufrible, porque Sevilla tiene un calor especial, pero también un frío peculiar. Se te mete en los huesos y no hay quien lo saque. Además es tan atrevido que sube hasta arriba del todo en las fuentes y las deja heladas con los chorritos cuajados en el aire. Algunos también se quedaron helados con el resultado, aunque otros lo celebraban como si les hubiera tocado el euromillón.
Ya parece que la oposición se ha renovado con gente joven, con futuro, ilusionante, con algo distinto a lo anterior, con señores que saben que la mancha de la mora con otra verde se quita. Y yo me quedo frío también, porque recuerdo una vez a mi madre tirando a la basura una camisa que se me manchó de mora y no encontró la forma de quitarla. Y desde luego con respecto a los candidatos, aunque siempre se ha dicho que lo mismo es enero que febrero, a la vista está que febrero el loco es mucho más frío que el mesesito de la cuesta. Y eso es lo que hay. No sé si es lo que nos merecemos, pero sé que eso es lo que hay. De modo que unos ahora recogerán velas y los otros las desplegarán sabiendo que no hay viento que las impulse. Y eso es lo que hay.
Dicen los entendidos que el frío que está recorriendo ahora España entera viene de Siberia, aunque hay que reconocer que lo de aquí es una broma comparado con lo de allí. Muchas veces nos quejamos de vicio teniendo en cuenta que en Siberia no se puede dejar una bebida dentro del frigorífico, porque se pone caliente. Aquí en el manicomio pasamos poco frío, porque al menos siempre tenemos la cabeza caliente, pero nunca estaremos conformes con lo que tenemos.
Sin embargo el frío, a pesar de ser criminal para nuestros cuerpos serranos, tiene otras muchas aplicaciones en nuestra lengua. De entrada procede del latín “frigidus” y ya se sabe que un hombre frígido es aquel que padece ausencia de deseo o goce sexual. Hay gente para todo, pero esa indiferencia al placer sexual está bien definida en contraposición a la calentura que tienen algunos en ese mismo tema. Por otra parte se dice también de una persona que es fría, cuando manifiesta indiferencia, desapego o desafecto hacia algo, es decir, cuando no tiene interés por algo. Por ejemplo baste citar a un banquero con respecto al impago de una hipoteca. Se dice también que el ambiente está frío o que está calentito, sabiendo que es mejor que esté calentito, porque así nos divertimos más. Se emplea también la palabra frío para advertir a alguien que está lejos del objeto que anda buscando…
En definitiva, que el frío está a la orden del día. Vamos a abrigarnos un poquito más y que Dios nos coja confesados con la que está cayendo y con la que tiene que caer todavía.

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