Está ya claro que La Isla no levanta cabeza. No lo digo yo, lo dicen los números que circulan por ahí. También es evidente que lo que no hagamos los cañaíllas no lo va a hacer nadie, ni siquiera esos partidos políticos que juegan a parecer preocupados por los jodidos ciudadanos, cuando en realidad los problemas que les agobian son los intereses mezquinos de muchos de sus afiliados.  Estamos solitos en el mundo. Yo diría más, es preferible estar solitos en este valle de lágrimas, antes de estar tan mal acompañados. La cuestión es que tenemos que ponernos a pensar qué es lo que vamos a hacer para salir del boquete en que nos hemos y sobre todo nos han metido. Después de darle muchas vueltas a la olla y de ver la cantidad de pamplinas que nos rodean por todas partes he llegado a varias conclusiones:

1.- Aquí no deberíamos recuperar los terrenos de Camposoto. Los militares los tienen muy bien conservados con sus eucaliptos y todo. ¿Y si nos atacan nuestros enemigos? ¿Qué utilidad les vamos a dar a esos viejos cañones que están guardados allí para orgullo de los cañaíllas? Además esos terrenos están junto al Parque Natural y si construimos ahí hoteles para el turismo los pajaritos se podrían asustar. No podemos parecernos a Chiclana. Es verdad que una buena cadena de hoteles construidos allí daría muchísimo trabajo, pero mejor es morirse de hambre que ver sufrir a los archibebes y molestar a las aves que aparecen por aquí de vez en cuando. Y, aunque el turismo en aquella zona podría acabar con el paro en La Isla, nosotros vamos a seguir en lo nuestro. Nada de construir, nada de cambiar. Ya sé que entran ganas de llorar cuando viene uno de Cádiz y observa la fachada de Tiro Janer, pero nosotros quietos que aquí no pasa nada y el llanto no conduce a ningún sitio.

2.- Lo del Camarón que lo celebren otros. Al cumplirse los veinte años de su muerte se han interesado mucho más la gente de fuera que nosotros. Es cierto que el Camarón podría convertirse en el símbolo de la Isla que lo vio nacer y que le daría a esta ciudad un impulso impresionante, pero para qué vamos a molestarnos, si al fin y al cabo el flamenco es cosa de cuatro. Además, ahora no estamos para cantes ni tonterías. Ya sé que el turismo está loco por venir en masa a sentir el cosquilleo profundo que cualquiera podría sentir por pisar tierra tan ilustre, pero nosotros tranquilos. Ya los parados reciben los 400 euros y con eso se puede vivir. 

3.- Eso del 24 de septiembre lo deberíamos dejar. Ya Cádiz lo celebra y no está el tema para dedicarnos a estas historias. Antes venían los Reyes, los padres de la Constitución, los Príncipes…, pero total, para terminar trayendo personal del propio partido en el poder a decir cuatro tonterías no hacen falta tantas celebraciones. Además, ¿no era mejor comerse las castañas en el cerro que escuchar lo que nos tiene que decir sobre la democracia un catalán? Vamos a simplificar y a quedarnos con que el 24 de septiembre es el día de las Mercedes.

Sin embargo hay cosas que podemos hacer. A mí se me ha ocurrido una idea que sería explosiva, si la llevamos a la práctica. Si usted observa, de un tiempo a esta parte, y yo diría que es algo tradicional, aparecen por La Isla distintos personajes con los tornillos aflojados. La mayoría de ellos bebe una enormidad. Ya decía Cervantes que debajo de una mala capa siempre hay un buen bebedor. Otros no paran de decir cosas raras. Últimamente hay por ahí uno que no para de cantar. No hay un día que alguno de estos personajes singulares no aparezca por nuestras calles. Y a mí se me ha ocurrido que La Isla debería hacer un esfuerzo y montar aquí un buen manicomio. Sí, un manicomio. Sería la solución. Mataríamos muchos pájaros de un tiro. Seguro que lo llenábamos. No sé por qué, pero un buen día cerraron todos los manicomios y dejaron a un montón de gente fuera. Ánimo, señores, es la solución para La Isla. No lo duden. Aparte, a mí me harían un gran favor. Ahí está la idea.