El tiempo en: Jaén

El Loco de la salina

Otra vez San Carlos en el hospital

Tenemos el cuello con tortícolis viendo cómo la pelota va de un lado a otro y tiro porque me toca.

A los locos nos llaman locos, porque somos muy simples. Y la verdad es que procuramos simplificar los asuntos todo lo que podemos y todo lo que nos dejan, aunque algunos digan que nos hacemos un lío con las cosas. El tema del Hospital de San Carlos, aunque parece muy complicado y problemático, en el fondo nosotros lo vemos muy sencillito. A ver si me explico bien. Llevamos una buena racha de tiempo escuchando todo lo que se cuece en Madrid y lo que hierve en La Isla sobre el particular.

Tenemos el cuello con tortícolis viendo cómo la pelota va de un lado a otro y tiro porque me toca. Y estamos mareados. Es cierto que los locos nos mareamos por cualquier cosa, pero es que los gobernantes que padecemos no miran por nuestra salud y se creen que nos vamos a curar a base de pastillas, cuando lo que necesitamos es que nos faciliten un poco de sentido común a ver si aprendemos y conseguimos salir de este manicomio. Que si la titularidad, que si la cesión por setenta y cinco años, que si te lo doy, que si te lo presto, que si la Biblia en verso…

Los locos pensamos que hay algo más importante que está por encima de todo eso. Me explico. San Fernando, mejor dicho, La Isla, es una ciudad con cien mil habitantes mal contados, que se dice muy pronto. Entre sus habitantes los hay sanos, menos sanos, enfermitos, majaras (entre los que me encuentro), cuerdos, adinerados, tiesos…También hay embarazadas, porque, créame, aquí también las mujeres se quedan preñadas y se ponen a parir como las de Cádiz o las de Puerto Real. Incluso se da el caso de que hay hombres que tienen que ser operados de la próstata, mire Vd. qué contrariedad. Y, si me apuran, hay cañaíllas que están más para allá que para acá, qué le vamos a hacer, y necesitan un lugar donde ser atendidos en sus últimos momentos. Sin embargo no paran de repetirnos que hay que cuidarse, porque el cuerpo, si se le trata bien, puede durar toda la vida.

Pero, como decía alguien, el dolor que mejor se soporta es el dolor ajeno. Pues bien, todo este personal variopinto está vendido junto con sus respectivas familias por obra y desgracia de los que no saben, no quieren o no pueden darle una solución razonable al tema del Hospital de San Carlos. No tenemos un hospital en la ciudad, teniéndolo. No vale decir que es de Defensa, o de la Junta o del Ayuntamiento o de no sé qué montaje…

¿Sabe Vd. de quién es el Hospital de San Carlos? Es suyo y mío, es decir, de los que pagamos los sueldos de los que hoy encabezan el Ministerio de Defensa, la Junta y el Ayuntamiento todos juntitos. Y deben ser sueldos bastante reconfortantes, porque aquí al parecer el único que se va voluntariamente es el Papa. Y siempre he oído por ahí decir que el que paga decide.

Pues no. Aquí no decide, aquí deciden por él. Llevamos años escuchando las mismas historias. Últimamente se añade el asunto de que estamos en crisis y que no hay dinero por ningún sitio. La excusa es perfecta ¿Y antes? Total, que por una u otra cosa, los cañaíllas nos tenemos que marchar a Cádiz o a Puerto Real teniendo aquí ese pedazo de Hospital. Y los políticos, ya se sabe, echándose las culpas unos a otros del desastre que supone el increíble desperdicio de unas instalaciones dignas de mejor destino, porque lo que les preocupa es el voto de los que pagan.

El día en que quede claro que los elementos más importantes de esta película que llaman democracia somos los curritos de a pié, simplemente porque costeamos los sueldos de quienes están ahí para solucionarnos este tipo de problemas, otro gallo cantará. Mientras tanto, en Cádiz hay que mamar, pero no solamente mamar, sino parir, ingresar, darse de baja y hasta morir…, toca madera. Podrán tomarnos por ingenuos, pero por favor que no nos tomen por imbéciles, aunque lo seamos.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN