El poder de la imaginación

Publicado: 20/07/2013
Ustedes me van a perdonar, pero se trata de un pueblo estático y procesional que está a lo que venga.
Me he podido dar cuenta en mis salidas del manicomio de que en La Isla hay muy poquita imaginación; por lo menos que se sepa. Ustedes me van a perdonar, pero se trata de un pueblo estático y procesional que está a lo que venga. Y, si lo que viene, sigue el pon, pon de los tambores y el papararapapá de las trompetas, mejor que mejor. Cualquier idea de cambio y de nuevas perspectivas suena perversa, extraña y desestabilizadora. Eso sí, también hay que decir que en cuanto a los cañaíllas les salta en el cerebro una pequeña chispa, son capaces de cualquier cosa. Sin embargo el que tiene el mechero es el que debe prender la llama, porque para eso se le paga y no para presumir de cargo. Las ideas pueden ser propias o prestadas, pero hay que tenerlas. Pongo por ejemplo el Día del Niño en la Feria. Todos los cacharritos a mitad de precio. Era una idea prestada que ya se llevaba a cabo en muchos sitios. Creo que fue un éxito. Había niños por todas partes con sus respectivos padres y eso es lo que hizo que el ambiente fuera extraordinario. Claro, los feriantes, que no son tontos sino todo lo contrario, tiraron también de su imaginación e hicieron el milagro de manejar los tiempos con mucha habilidad. Algo que ni al Dios de la creación se le hubiera ocurrido, porque podía haber hecho el mundo en tres días y medio, y sin embargo quiso hacer su obra lo más perfecta posible a lo largo de una semana distendida y tranquila. Así que los feriantes lo tuvieron muy claro desde un principio: Te cobro la mitad de precio, pero te meto la mitad de tiempo. Y encima me ahorro los globos, porque no voy a poder repartirlos. Eso es arte y lo demás es tocar malamente la pandereta. Todo esto sin contar los que apretaron la tuerca poniendo el precio que a ellos les salía de sus extremidades inferiores. Cuando los niños se montaban en un cacharrito, ya intuían las criaturas que la vida es breve, pero no imaginaban que una vuelta en un cochecito también fuera tan efímera. Para el año que viene habrá que vigilar que se respeten los acuerdos, que por cierto nos gustaría conocer, dado que ahora está de moda presumir de transparencia mientras se procura apagar todas las luces.

La imaginación es cosa muy nuestra, aunque a veces algún loco se pase y autoproclame Napoleón. Lo que sí dice por ahí algún autor es que la política es enemiga de la imaginación. Y otro afirma: “¿Quién habló de la imaginación al poder? Nunca hubo imaginación en el poder”. Y digo yo: ¿por qué Arturo Mas, el empecinado, se empeña en hacer la consulta sobre la independencia catalana y aquí no se hace una sobre algo más sencillo como es buscar ideas para que La Isla no se nos muera entre los brazos? Haría falta instalar un buen cajón en la Plaza del Rey y que el personal echara un papelito dando ideas sobre qué podríamos hacer para darle vida a este enfermo que se nos va de las manos. La gente, parece que no, pero tiene ideas, algunas geniales. Habrá que buscarlas. Y además hay que tener muy en cuenta lo que dijo Albert Einstein: “En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento”. Llevaba razón Don Alberto.  

Siendo la necesidad la madre de todas las ciencias, ya es hora de que alguien recoja ideas y sugerencias sobre qué hacer para capear el temporal. Y a los tres cañaíllas que ofrezcan las ideas más geniales, se les podría premiar pagándoles un mes de hipoteca, por ejemplo. Seguro que a más de uno, apremiado por el banco, se le va a ocurrir alguna cosa curiosa y fácil de llevar a la práctica. En todo caso, yo no diría aquello de la imaginación al poder, sino todo lo contrario, el poder a la imaginación.
 

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