Estamos en plena Feria del Vino Fino, y el que avisa no es traidor: mucho cuidado con el temido gañotero. Ese no te encuentra por casualidad, te busca... y siempre te encuentra en el peor momento: justo cuando vas cargado al reservado de tu caseta con el plato de gambas, el jamón, el queso y las raciones de chocos.
Pero lo peor no es lo que comen ni lo que beben, sino que el gañotero es un plasta profesionalAhí aparece él: "¡Hombre, Paco! ¡Qué alegría verte! Qué mala suerte, justo te pillo cargado". Y claro, tú, con tu buena voluntad, lo invitas a una copa. “¡Mary, llama a los niños, que Paco nos invita!”. Y los “niños” ya tienen edad de hipotecarse. En un abrir y cerrar de ojos desaparecen las viandas y caen varias jarras de rebujito. Paco, resignado, vuelve a por más.
Pero lo peor no es lo que comen ni lo que beben, sino que el gañotero es un plasta profesional: te coge la mano para hablar, pontifica como si lo supiera todo y, con los vapores del vino, suelta algún que otro perdigonazo sin avisar.
Y cuando por fin se va, remata la faena: “Mañana te invitaría en mi caseta, Paco, pero ya con mi edad, los lunes de resaca no bajo a la feria. El próximo año invito yo, como Dios manda”. Y Paco, por dentro, solo piensa: “Con tal de que no vengas el año que viene, me doy por invitado”.
Así que ya sabes: ojo avizor con el gañotero.