Misión Imposible: Sentencia Final (2025)

“Necesito que confíen en mí una última vez”, dice Ethan Hunt, mirando a los ojos a la presidenta y a los altos cargos del departamento de defensa de los Estados Unidos en una escena clave de Misión Imposible: Sentencia Final (2025). Él es lo único que se interpone entre “La Entidad” y su malévolo plan para provocar la extinción nuclear. “Necesito que confíen en mí una última vez”. El primer plano de Tom Cruise que acompaña a esta concisa y potente línea de diálogo parece apelar directamente a la audiencia. Tras treinta años haciendo posible lo imposible, la última estrella de Hollywood nos pide que confiemos en él una última vez para salvar al mundo; pero también para salvar el cine. La mirada de Ethan Hunt —la de Tom Cruise— no flaquea, no alberga lugar a la desesperanza. El espectador no tiene más remedio que rendirse ante el carisma infinito de su presencia. Es “la manifestación viva del destino”, como le define en Rogue Nation (Christopher McQuarrie, 2015) el personaje de Alec Baldwin. La película despega por completo tras esta secuencia clave, y lo que sucede a partir de ahí es, no quepa duda alguna, historia del cine de acción.
Hay quien ve en estas películas un entretenimiento superfluo con apenas profundidad argumental A pesar del cambio de título, Sentencia Final sigue siendo la segunda parte de Sentencia Mortal (Christopher McQuarrie, 2023). Los numerosos problemas de producción que han ido arrastrando durante los últimos años ambas películas desembocaron en un cambio de planteamiento: la octava película de la saga Misión Imposible se ha promocionado como la última película de Tom Cruise como Ethan Hunt. Este cambio afecta sobre todo al primer acto de la película, que se ve sobrecargado de exposición para sostener su condición de secuela, y saturado de una emotividad inédita que rememora con nostalgia las anteriores entregas de la saga.
Misión Imposible: Sentencia Final es, por tanto, la película más solemne de la saga. La peculiar construcción de sus principales secuencias de acción, las que definen la naturaleza imposible de la misión a la que nos encomendamos de la mano de Ethan Hunt, también hacen que esta película sea la más épica de todas. Quizás sea la última vez que veamos un despliegue similar en la producción de unas secuencias de acción que priorizan el realismo, los efectos prácticos y que obedecen a la tendencia suicida de un Tom Cruise que parece realmente dispuesto a sacrificar su vida por nuestro entretenimiento. La primera de ellas transcurre bajo el agua, la segunda en el aire. La acción en ambas está rodada con la fuerza de un torbellino que se nutre de los elementos visuales que inteligentemente planta McQuarrie para aumentar el suspense y de una incesante sensación de urgencia cinética, incrementada hasta límites insospechados mediante vibrantes montajes en paralelo, persecuciones y numerosas cuentas atrás.
Hay quien ve en estas películas un entretenimiento superfluo con apenas profundidad argumental. Tramas que consisten en llevar corriendo un pen drive de un lugar a otro. Personalmente, prefiero tomármelas un poco más en serio: odiseas homéricas en las que Ethan Hunt se configura como un súperhombre —que no un súperheroe— capaz de enfrentar a las fuerzas del mal con la determinación del que se sabe la última esperanza de los demás y es capaz de repetir la hazaña una y otra vez, acometiendo con heroica responsabilidad la tarea imposible de un Sísifo incansable. También me gusta leerlas desde un punto de vista metacinematográfico, y observar en la lucha descarnada de Ethan Hunt contra la aberrante IA un alegato en favor de las narrativas humanas frente a la creación artificial. Incluso atisbar, a través del prisma político-social, que ante una amenaza global, Ethan Hunt nos advierte: la esperanza de la humanidad residirá en nuestra capacidad para confiar los unos en los otros, respetar la libertad de los demás y trabajar en equipo por un bien común.
Puedes disfrutar de Misión Imposible: Sentencia Final en las espectaculares salas equipadas con sonido Dolby Atmos de Artesiete Bahía Platinum.