Querido Pablo, en mi vida he visto tu cara, no te conozco de nada, ni siquiera te observé 90 minutos seguidos. Sin embargo, al leer las noticias y ver tu fichaje por el Real Betis, la mente me ha llevado veinte años atrás, veinte años que no son nada y un mundo a la vez.
Y efectivamente, si nos une algo, yo firmé por un buen club a tu edad, tuve tus ilusiones, los miedos, las dudas que creo no equivocarme a estas horas te asaltarán.
Te escribo para, diciéndote la verdad tranquilizarte, arroparte, y contarte que seguro al principio de llegar a Sevilla te sentirás extraño, encontrarás miradas retadoras de competencia en tus compañeros, echarás de menos a tus padres, tus costumbres, los amigos, pero no temas querido Pablo, el dolor del presente será la fuerza del futuro.
Con el tiempo vencerás a tus competidores, vendrán nuevas amistades y alguna amiga te hará sentir la vida más sencilla y agradable.
No quiero engañarte, la suerte, la fortuna será decisiva, deberás convencer a los entrenadores para que apuesten por ti, pero si así no fuera, deberás hacer virtud de la necesidad, apretar los dientes y que tu entorno no te demuestre nerviosismo ante las dificultades del mundo del futbol.
Querido Pablo, no te conozco, pero ¡cómo deseo! que algún día tu nombre, nuestro Puerto, el arco de un Betis, un Barcelona o el equipo nacional sea defendido por otro joven paisano, y si no es así, si vuelves con las manos vacías, espero que la experiencia te haya formado como una persona digna y buena que es lo mas importante.
Querido Pablo, no te conozco y sin embargo...