Más que a un cochino un charco. Lo de la izquierda con Franco es un idilio tal que ni un adolescente con su Smartphone. Como en aquel famoso programa que tan magistralmente dirigía Carlos Sobera, cuando el concursante (en este caso la izquierda) no encuentra respuesta al problema, cuando se ve bloqueada y el tiempo se le agota, siempre acude al comodín de la llamada, ése que permitía en múltiples ocasiones al concursante salir del atolladero y llevarse el bote del programa.
Con 50.000 españoles muertos por una pandemia que el Gobierno ni vio, ni aceptó ni comprendió ni mucho menos controló, con una situación económica desastrosa para millones de pequeños empresarios, de autónomos, de parados… de familias enteras; con miles de españoles en situación de extrema vulnerabilidad esperando durante meses “el maná” prometido del Ingreso Mínimo Vital, con tantos sectores en shock por el obligado cierre de su negocio, con unos ministros que se pelean constantemente con la otra mitad del Consejo de Ministros, con cada vez más casos de personas que pierden su vivienda porque otros se la okupan, con un curso escolar del que nadie se ha ocupado, con anuncios de recortes de salarios y pensiones… con un país donde los herederos de ETA suben a la tribuna del Congreso a chulear de que ahora son ellos los que condicionan la acción y presupuestos del Gobierno de España, Moncloa ha pedido el comodín de la llamada y, oh sorpresa, vuelve Franco.
Como volvía a resucitar cada verano Chanquete, como ese ramo de violetas cada 9 de noviembre, como aquel famoso “He vuelto” del macho alfa ahora vicepresidente del Gobierno, vuelve Franco, ese suplente que el entrenador siempre tiene en la banda calentando para cuando el partido se complica, ese “porque yo lo digo” del padre que ya no sabe qué más argumentos dar.
De Miguel Ángel Blanco no se puede hablar porque es cosa del pasado; de las víctimas de ETA no se puede hablar porque ya es historia, dicen los que se sientan con Otegi y lo tienen dando lecciones ante los medios de comunicación y en las tribunas.
Claro, pero esa historia no les interesa a la izquierda que se recuerde como nos acordamos los que aún lloramos cuando vemos imágenes de aquel julio en el que secuestraron y asesinaron a Miguel Ángel Blanco, los que fuimos sacado por la Policía de la calle en la que solo minutos antes ETA había matado al doctor Cariñano. Nací con Franco muerto gracias a Dios y muerto lo quiero. Pero la izquierda lo quiere vivo igual porque querría ser como él.