El nivel del mar Mediterráneo creció en el siglo XX a un ritmo de 1,5 milímetros al año, lo que supone de 15 a 20 centímetros el siglo pasado.
El nivel del mar Mediterráneo creció en el siglo XX a un ritmo de 1,5 milímetros al año, lo que supone de 15 a 20 centímetros durante todo el siglo pasado, y en el siglo XXI se ha duplicado ese ritmo de subida, según un estudio realizado por investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO).
Desde la década de los 60 a mediados de los 90, el nivel del mar “no aumentó mucho”, pero a partir de ese momento “se recuperó y se puso al día, con una subida del nivel muy brusca”, explicó ayer en rueda de prensa Manuel Vargas Yáñez, coautor de la segunda edición del libro Cambio climático en el Mediterráneo español.
Esa subida de 15 a 20 centímetros en todo el siglo XX “puede ser ya un problema en algunas islas del Pacífico o en zonas muy pobladas de la India”, y si se le sumaran los 35 centímetros que subiría el nivel durante todo este siglo si siguiera el ritmo actual, “la cifra estaría ya en torno al medio metro”.
Sin embargo, este experto ha advertido de que “no se puede extrapolar hacia el futuro”, porque el comportamiento “no va a ser igual que hasta ahora, y depende de muchos factores, como las emisiones de gases de efecto invernadero, que no se reducen, sino que aumentan”.
Ello podría llevar a que la subida en este siglo alcanzara los 60 centímetros, que, unidos al incremento de la centuria pasada, llevaría “en muchos sitios a la desaparición de zonas de costa tremendas y muy densamente pobladas”, y a que huracanes y tormentas tengan efectos más devastadores.
Los factores que influyen en el aumento del nivel son el calentamiento del mar –que se dilata y ocupa más volumen, aunque haya la misma cantidad de agua–, la presión atmosférica y el incremento de la cantidad de agua, achacable en parte a la fusión de los hielos.
Las aguas superficiales se han calentado desde mediados del siglo XX “a un ritmo similar a la temperatura del aire”, de 0,4 a 0,5 grados centígrados, mientras que las aguas profundas, que en el Mediterráneo pueden alcanzar hasta los 2.500 metros, han visto incrementada su temperatura en una décima.
Pese a ser esta última cifra muy pequeña, se trata de un “indicador muy importante”, porque puede servir a los investigadores para estudiar cuánto calor está absorbiendo la Tierra, ha explicado Vargas.
El Mediterráneo ha registrado asimismo un aumento de la salinidad, debido al descenso de las precipitaciones, a una mayor evaporación del agua y a acciones humanas como la construcción de embalses, que reducen los aportes de agua dulce de los ríos.
Ante estos datos, ha abogado por mantener “un equilibrio entre los extremos de que no ocurre nada y de que esto va a ser una catástrofe como las de las películas americanas en las que viene una ola y lo arrasa todo”.