El giblartareño no ha estado presente en el Palacio de Justicia de París para escuchar la sentencia que le condena a seis meses de cárcel, de los que se podrá librar pagando una multa de 6.000 euros.
Se pone así punto y final al culebrón Galliano, que comenzó el pasado mes de febrero en un bar de la capital francesa, en donde una mujer le acusó de haberles insultado. Al parecer el diseñador dijo cosas como "sucia cara de judío", además de haber pronunciado delante de una grabación de móvil las palabras que pusieron fin a su carrera: "Amo a Hitler".
El diseñador alegó en su defensa que no recordaba "nada" de lo ocurrido aquella noche, y ha basado su defensa en que es un "adicto". Así, el gibraltareño explicó ante el juez que se está "recuperando de una triple adicción: al alcohol, al valium y a las pastillas para dormir". Pero parece que su argumento no ha terminado de convencer al juez.
Ahora, sin trabajo y con su fama a la altura del betún, Galliano ha rendido cuentas ante la justicia por sus insultos antisemitas y racistas. Habrá que esperar, eso sí, para ver qué será de él en el terreno profesional.