Su máximo responsable, Raymond Kelly, aseguró ayer en una conferencia de prensa que uno de los detenidos el miércoles por la noche llegó a decir que “estaría bien” que en el ataque que preparaban “murieran judíos”.
“Dijeron que querían hacer la yihad, que les preocupaba lo que estaba pasando en Paquistán y que se estuviera matando a musulmanes”, añadió Kelly, quien calificó a los detenidos como “delincuentes de poca monta”, que se podrían haber conocido en prisión.
Los sospechosos fueron detenidos poco después de colocar lo que ellos creían que era un explosivo en el maletero de un coche ante una sinagoga del barrio de Riverdale, en El Bronx, y otras dos bombas falsas en el asiento trasero de un coche estacionado delante de otra sinagoga cercana.
Además, y según detalló la Fiscalía del Distrito Sur de Manhattan, pretendían disparar misiles contra aviones de la base aérea de Newburgh, una localidad a unos cien kilómetros al norte de Nueva York, donde vivían los cuatro, que desde hace meses eran vigilados por agentes del FBI.
El FBI y otros cuerpos de seguridad estadounidenses vigilaron y suministraron material armamentístico falso a los detenidos.