Gelowitz rompió su silencio tras una veintena de vistas, en el juicio que se sigue contra el grupo en la Audiencia de Düsseldorf, para detallar el largo camino que empezó en enero de 2005, con su peregrinación a Arabia Saudí, siguió por Siria, Estambul y Paquistán y acabó con la detención del grupo del que asumió el liderazgo.
Al ser desmantelado, el 4 de septiembre de 2007, el grupo tenía almacenado en una casa de vacaciones de la región del Sauerland –nombre con el que se conoce la célula islamista–730 kilos de material explosivo repartido en bidones y veintiséis detonadores.
La parte fundamental de su confesión la ocuparon los detalles del entrenamiento recibido en un campo Al Qaeda, en Waziristán, donde se adiestró en tres meses en el manejo de explosivos, hasta que sus instructores le convencieron de que su mejor aportación a la Yihad sería atacando a EEUU desde Europa y, en ese caso, desde su país.
De su propósito inicial de unirse a la Yihad Islámica contra las tropas estadounidenses en Irak pasó a decidirse a regresar a Alemania y organizar ahí su célula, junto con Adem Yilmaz y Atila Selec.