Aunque se encuentra pendiente de una sentencia de la Corte Constitucional, el anuncio de Klaus supone que el Tratado supera una de las principales barreras para su entrada en vigor.
El gobernante declaró que considera esta excepción checa como “el máximo resultado posible”, y que “no impondré nuevas condiciones para ratificar el Tratado de Lisboa”.
Klaus confirmó que “la Carta de Derechos Fundamentales no se aplicará a la República Checa” y agradeció a su Gobierno y a los líderes de los otros países miembros de la UE “que contribuyeron a encontrar una solución a mis condiciones”.
Klaus tuvo reservas contra la Carta, por considerar que podría abrir la puerta a las reclamaciones de la minoría alemana expulsada del país tras la Segunda Guerra Mundial.