A partir del 28 de abril y hasta el próximo 7 de mayo, Málaga volverá a celebrar una Feria del Libro en la Plaza de la Marina. Lo cierto es que siempre es un placer comprobar cómo la afluencia de público en las casetas en las que firman escritores noveles o ya consagrados crece cada año, y que el propio evento en sí sigue viviendo, respirando, en esta ciudad que ha apostado por la cultura que irradian sus museos aunque, a veces, a los creadores locales les sea difícil reivindicarse en el circuito de su propia ciudad. Ya saben aquello de la Málaga de las mil tabernas y una sola librería, concepto al que la ciudad le ha dado la vuelta apostando no sólo por los museos, sino también por el cine. Tenemos un destacado festival de teatro y los espacios escénicos de la urbe programan con gusto y acierto eventos culturales de todo tipo, pero lo cierto es que la Málaga literaria ahora vive un momento de eclosión que merece ser reflejado en esta página. No hablo ya de la labor impagable que hacen las bibliotecas públicas o del buen hacer de librerías como Proteo, Alameda, Áncora, Rayuela, Q Pro Quo o la Brújula, sino también del importante número de escritores malagueños que están publicando fuera de Málaga o de Andalucía con editoriales solventes y de prestigio, de los premios literarios que tenemos en la ciudad, no sólo impulsados estos por instituciones públicas, sino también privadas como la Fundación Unicaja o la Fundación Pérez Estrada, dirigida por esa luchadora incansable que es Ana Cabello; hablo de los talleres de escritura creativa, en los que se forjan los narradores del mañana o de esas tertulias literarias o clubes que reinterpretan y reflexionan sobre libros y que han pasado a formar parte del ocio de muchos malagueños. La primavera en Málaga siempre sabe a cultura y a libros. Y, pese a que todo se va trabajando en la buena dirección, tengo la sensación de que aún nos falta un impulso para que nuestra Feria del Libro juegue en primera división. Supongo que la localización e inyección de fondos siempre es difícil, pero aún podemos hacer de esa semana larga un evento de importancia capital en las letras andaluzas, que tenga el peso que merece y que acoja en su seno a todos los que aquí y fuera escriben. Es quizás nuestra asignatura pendiente.
