El día de la librería ha pasado de puntillas, como todo en este año, para qué nos vamos a repetir. Ha sido el buscador quien lo ha recordado. Desde dos mil once se elige un viernes en torno a la mitad de noviembre para ella, a fin de vivirla de forma especial para ir pensando en los títulos que nos vamos a comprar o vamos a regalar. Y es en la librería donde podemos ver y elegir cuanto nos va interesando y haciéndose hueco en la lista anotada en la mente. Este año y de manera especial es este espacio quien agradece el apoyo del cliente, la confianza, la cercanía, el trato humano, en suma, por encima de un envío con descuento. En esta ocasión la jornada ha debido recortar su horario por la situación que vivimos, pero ahí siguen los libros, dándonos esa otra vida a quienes vivimos pegados a ellos mientras aguantan las embestidas de este temporal, cuya crudeza a veces se rinde a unas imágenes.
La casualidad ha querido que el día de la librería haya brillado un poco más al coincidir con la difusión del video de Marta C. González, primera bailarina de ballet clásico, a quien el Alzhéimer no ha impedido desplegar las alas del cisne que fue. La silla de ruedas tampoco ha sido obstáculo para volver a estar sobre las tablas del teatro por donde volaron sus zapatillas. La estrechura acogedora de aquel cuerpo consumido por los años, ella la convirtió en el lago que tantas veces surcó por obra y gracia de las notas de Tchaikowsky. Cuando las oyó cambió la expresión de la cara, colocando las manos para iniciar la pieza para luego seguir con la cabeza y el cuerpo, estremeciéndose con un leve temblor. La música le devolvió su juventud y la vida, ahora mordida por el mal del olvido. Según lo visto, la música puede distraerlo, engañarlo a ratos, dando una tregua en forma de regalo a la mente que padece una enfermedad tan cruel.
El video resultó más emocionante aún por las imágenes de su juventud mientras ella ejecutaba los mismos movimientos. Una vez terminada la pieza, hizo lo propio de una prime bailarina al término de una función: comentarla con quien creyó el coreógrafo, en este caso el psicólogo, músico-terapeuta y director-fundador de Música para despertar, una organización dedicada a trabajarla para las demencias. Casi al final se puede oír cómo ella sugería hacer más piernas y coger las puntas mientras aludía a las cincuenta bailarinas del coro.
En este día tan especial la imagen y los libros ejecutaron un paso a dos inolvidable. Ánimo y paciencia.