Es difícil hacer una valoración exhaustiva del trabajo que cada noche realizan las diferentes agrupaciones carnavalescas en sus respectivos cuartos de ensayos. En general, no se valora lo suficiente el esfuerzo y dedicación que cada uno de los integrantes de los grupos hacen para que todo encaje a la perfección el día de estreno en el Gran Teatro de Huelva.
Son muchas horas arrancadas a sus familiares para meterse en un ritual constante, monótono y exigente, que en demasiadas ocasiones pasa desapercibido. Compaginar la familia, la responsabilidad laboral, el ocio y tiempo libre con el carnaval de concurso se limita a pocos espacios encima de las tablas o en momentos muy contados en la calle, y siempre en tela de juicio, expuestos a una valoración generalizada que dura una escasa media hora encima de las tablas.
Así de miserable es un concurso, no sólo el del Carnaval Colombino, y es un hecho veraz con el que se debe contar desde el minuto uno, y aún así, serán los años de experiencias los que curtan al carnavalero, viviendo ‘en sus propias carnes’ esos sentimientos de fracaso, frustración e impotencia que dan las tablas, priorizando con el tiempo otros objetivos más acordes y que van más allá de los premios.
En mis constantes visitas a los distintos cuartos de ensayos, y van más de 30 años, observas con atención esta premisa de la que parto y sabes por esa experiencia las agrupaciones que mantienen esa esencia necesaria para afrontar la realidad que se vive en el concurso del carnaval de Huelva. Los febreros no son satisfactorios para todos y encajar una derrota no es plato de buen gusto para ningún carnavalero. Las idas y venidas de autores y directores, la desaparición de grupos de un año a otro, así como integrantes, dan una muestra clara de lo que expongo y el ambiente que se respira en cada noche de letras será el resultante de lo que el público verá en las tablas.
Una de las agrupaciones que han logrado en varios años ese enfoque familiar es el Coro de Huelva, que a pesar del enorme trabajo que conlleva, ha sabido intercalar la exigencia con el divertimento, y su sede se ha convertido en un espacio abierto y lleno de vida. Un lugar de encuentro, con actividades anuales como ‘la Cabroná’, que dinamizan las pocas opciones lúdicas que actualmente contamos en la capital.
Con dirección del profesor de Historia de San Juan del Puerto Manuel Tirado, letras de Manuel Fernández y música de Emilio Gutiérrez, el Coro de Huelva volverá a las tablas a revalidar su actual título como vencedor del pasado certamen de coplas onubense, un logro muy merecido y muy digno para una agrupación que pisa por primera vez las tablas del Gran Teatro en esta controvertida modalidad.
Grandes carnavaleros como Manuel Alvarado, Blas Miguel Hernández, Helena Barreno, Concha Correa, Rocío Martín, Albert Cejudo o Rocío Regidor, entre otros, avalan con su veteranía y buen hacer a las más de 40 personas que cada noche se reúnen en el cuarto de ensayo durante ese largo proceso de consolidación y matización, tanto del propio grupo como de la historia que contarán en el próximo febrero.
El coro de Huelva en tan sólo dos años se ha consolidado y cuenta con el apoyo de todos los carnavaleros y se le augura un futuro prometedor, que esperamos marque el inicio de un largo recorrido lleno de buenos momentos.