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Huelva

El Gobierno ya sabía en 2001 que los fosfoyesos se filtraban a la ría

Así se hizo ver con un informe del CSIC en respuesta a una pregunta parlamentaria del entonces senador socialista Francisco Bella

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  • Balsas de fosfoyesos -

Estos días, la lacra medioambiental de los fosfoyesos vuelven a estar en primera plana. Lo hace, por un lado,  al reabrirse el debate sobre qué solución es más apropiada para restaurar el espacio contaminado por Fertiberia;  y, por otro,  al conocerse ciertos estudios de la Universidad de Huelva que aseguran que las filtraciones de aguas ácidas a la ría se conocían desde el año 2009, y que esa información fue facilitada a través de un informe de la UHU tanto a la Junta de Andalucía como al Gobierno central a finales de 2011.
   Pues bien, según ha podido comprobar Viva Huelva, el Gobierno tenía conocimiento de esas filtraciones mucho antes, concretamente desde, al menos, julio de 2001.  Así queda claro en el Boletín Oficial de las Cortes Generales del 2 de agosto de 2001. En este documento, consultado este lunes por este medio,  se responde a la siguiente pregunta que formuló el entonces senador socialista por Huelva: “¿Tiene el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) algún estudio o informe sobre los niveles de contaminación de las balsas de fosfoyesos ubicadas en la Ría de Huelva?”.
    Para responder a esta cuestión, formulada el 24 de mayo de 2001, el Gobierno de España remitió el 23 de julio de ese mismo año el informe elaborado por el CSIC relativo a las características químicas de los fosfoyesos y de las aguas de las balsas de fosfoyesos, informe en el que, entre otros aspectos, se señalan las filtraciones a la ría onubense.

Grietas de hasta 3 metros
En el citado informe, los técnicos del CSIC detallan, entre otros aspectos, un análisis de las aguas de las balsas de fosfoyesos en el que describen cómo hace ya 14 años y tiempo aún más atrás  “los valores de pH, muy ácidos, exceden claramente lo permitido en las normativas sobre vertidos a cauces públicos. Los contenidos en fosfato exceden en más de un orden de magnitud estos límites normativos”.
   Asimismo, el CSIC habla de “muy altas concentraciones” en zinc, arsénico, cromo, vanadio, uranio  y cobre, y que “las concentraciones de cromo, cobre, arsénico y zinc exceden entre uno y dos órdenes de magnitud los límite permitidos por la normativa de vertidos.
   También señala el CSIC “otros contaminantes presentes en altas concentraciones” tales como manganeso,  boro, titanio, cadmio, níquel, cobalto, plomo, escandio, itrio  y antimonio.
   Una vez hecha esta enumeración química que convive con Huelva y su entorno, el informe del CSIC, que fue facilitado al Gobierno y que a su vez éste dio a Francisco Bella, señalaba  que las balsas de apilamiento “son de momento una vía de aminorar la contaminación de las aguas y los sedimentos de la ría de Huelva”, pero también detallaba el estudio de los lixiviados potenciales procedentes de las balsas de fosfoyesos. Y ahí se lee lo siguiente: “Los estudios se han orientado fundamentalmente a la caracterización de los lixiviados que puedan originarse en las diversas balsas. Es necesario distinguir   entre lixiviados profundos y superficiales, los primeros originados como consecuencia de filtraciones procedentes de las propias balsas, que podrían acceder a la ría a través de acuíferos superficiales”.
   “Los segundos, causados por procesos de dispersión de residuos procedentes de las balsas en periodos anteriores al plan de ordenamiento, los cuales han originado interestratificaciones en el entorno de las balsas, invadiendo el delta de la ría en unos 6 kilómetros. En estas zonas se han producido grietas de hasta tres metros de profundidad que favorecen el intercambio de contaminantes con las aguas procedentes de las mareas”.

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