Sandra Doval se recuerda de niña en su San Fernando natal admirando a artistas como Sara Baras o Niña Pastori que triunfaban por medio mundo con su baile y sus canciones. “Que son de donde yo soy”, solía decirse. Así que se imaginó que si sus vecinas habían llegado lejos, ella, que era del mismo sitio, también podía hacerlo. Ya por entonces tenía muchas inquietudes. Y en la Universidad de Cádiz, donde se graduó en Psicología, empezó a pensar en todo lo que no sabemos del cerebro. “Con lo importante que es, y qué poco lo conocemos”. Esa necesidad de saber más le hizo interesarse por la estadística, profundizar en el análisis, viajar a Irlanda para especializarse, y conseguir ser seleccionada por la beca Celera, entre otros nueve talentos de España, que le ha permitido entrar en un laboratorio de la Complutense de Madrid. Ahora se prepara para marcharse a Berlín e ese camino hacia el interior del cerebro que se antoja infinito y al que le quedan muchas paradas.
“Cuando empecé el grado de Psicología en la UCA me interesó mucho el tema de la estadística aplicada. Entré como alumna colaboradora y allí aumentaron mis ganas de adentrarme en la investigación”, recuerda Doval. Ella agradece especialmente al entonces decano Manuel Antonio García Sedeño y al profesor Gabriel de la Torre, que la animaran a seguir estudiando y formándose en esta especialidad. Las herramientas que le brindaron le permitieron dar el salto a Irlanda, donde empezó a aprender sobre señales cerebrales. Y, de allí, gracias al programa Celera llegar al laboratorio donde está ahora en Madrid.
La investigadora isleña trabaja en la capital de España, concretamente en el laboratorio de Neurociencia Cognitiva y Computacional (CTB: UCM-UPM). “Lo que hacemos es analizar la señal electromagnética del cerebro con una máquina llamada magnetoencefalografía, de la que solo existen dos en España”. El objetivo es desarrollar algoritmos de inteligencia artificial que permitan aplicar el análisis del cerebro de personas sanas con el fin de pronosticar o predecir el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.
Doval explica que su laboratorio está centrado en el estudio de cómo estas señales magnéticas pueden servir para detectar de forma temprana el Alzheimer, pero también puede tener otras utilidades prácticas, por ejemplo, con el Parkinson, diversas demencias o el autismo. Todo está en fase de estudio y confía en que pronto se puedan presentar resultados en congresos y en revistas especializadas, para que la utilidad práctica de la investigación llegue cuanto antes.
La magnetoencefalografía funciona con unos imanes que se encuentran en suspensión de helio líquido y permite analizar las señales del cerebro de forma muy precisa. Una de las claves de esta magnetoencefalografía es que es una técnica no invasiva para la persona. “No genera ningún tipo de daño o molestia en la persona. Es muy cómoda. Tiene 306 canales de adquisición de señal, con lo que la resolución temporal que da es muy alta”. De esta forma, se obtiene de manera muy fiel y sin afecciones que pudieran alterar resultados unas mediciones de la actividad cerebral en tiempo real. Esta máquina no necesita de geles como sí requiere el encefalograma. Y esta ausencia de uso de gel, que puede parecer algo menor, es algo tan trascendental que es la base de un estudio que la va a llevar a partir de mayo a Berlín. En la capital alemana recalará para participar en el proyecto internacional Embrace, donde se van a medir nuevas técnicas para analizar la actividad cerebral. “Se usan electrodos secos, sin necesidad de gel de impedancia, con lo que, al no necesitar ningún líquido, resulta muy sencilla, además de que se van a reducir cables”.
Este estudio ha generado enorme interés en la NASA y en la Agencia Espacial Europea por lo que supone de poder contar con una medición multicanal del cerebro, ya que podrán usarla en un casco en la estación espacial internacional, con lo que se profundizará, por ejemplo, en los estudios de por qué algunos astronautas sufren hidrocefalia cuando viajan al espacio.
Sandra Doval, que ha estado en Cádiz estos días para participar en un diálogo con otros talentos en la Fundación Cajasol, compatibiliza estos estudios, y otros sobre los que pesa un mayor secretismo, con la elaboración de su tesis. Se basa en analizar el cambio de la actividad cerebral en el continuo temporal del desarrollo de un ser humano sin enfermedades. Estudiar a personas sanas para descubrir cómo ayudar a las enfermas.
La difusión de su trabajo ha coincidido con la reciente publicación de los resultados del estudio sobre Parkinson de otra científica gaditana, Patricia González-Rodríguez, quien se encuentra en Chicago. Dos mujeres que pueden ser referentes para otras niñas de la provincia. No bailan ni cantan como Sara Baras y Niña Pastori a las que Sandra Doval tanto admiraba de pequeña. Pero están ayudando también a hacer de este un mundo mejor.