La mañana que se había presentado en Jaén no era cualquier cosa. La calle Virgen de la Cabeza estaba engalanada para recibir desde las 10.30 horas a los atletas que desde categoría alevín hasta veteranos se iban a batir en la
XXXV Milla Urbana Internacional de Otoño Manuel Pancorbo. La prueba no defraudé entre los jóvenes valores que se dieron cita en un recorrido que ya es icónico para muchos de los que allí han pisado ese asfalto.
Un auténtica locura cada carrera por la calidad que se ha vivido y por los corredores y corredoras que están a un pasito más de ser ídolos del atletismo en los próximos años.
Pero los platos fuertes llegaban con las pruebas de la élite femenina y masculina. Un nutrido elenco se situaba casi a la altura del Colegio Almadén para pelear por el triunfo en una de las pruebas con más sabor que hay en el territorio español. La prueba femenina tenía como rival a batir a la vigente campeona
Salomé Afonso que impuso un ritmo descomunal desde el inicio para que sus rivales tuvieran que realizar un esfuerzo que les penalizara antes de dar la última curva y enfilar la meta en un sprint que le dio a la ganadora una marca de
4,52 al cruzar la meta en una carrera que le salió perfecta y que estuvo peleadísima desde atrás y que dejó en segundo y tercer lugar a
Esther Herrero y Marta Pérez.
La prueba masculina tampoco le fue a la zaga en la belleza que el atletismo tiene en cada zancada y en el ritmo de un paquete de corredores de un nivel supino. Cada uno de ellos demostró por qué en Jaén hay que vaciarse para llevarse el premio de ganar la
Milla. Una carrera de control pero con el poderío de atletas de élite pudieron disfrutar los casi 500 espectadores que había detrás de las barreras que delimitaban el recorrido y que este año no ha tenido gradas supletorias. Una competencia que el madrileño
Ronaldo Olivo controló hasta los últimos metros para cruzar la meta con
4,17, desbancando en su sprint final a
Abdesamad Oikhelfhen y Pol Oriach, segundo y tercero respectivamente.