Jaén esconde rincones únicos, espacios diseñados para las mejores reuniones entre amigos, lugares en los que el aroma a añejo es el mejor ingrediente para degustar una buena tapa de jiennismo con todas las letras. Uno de esos emplazamientos es el Bar Montana, un establecimiento que abrió sus puertas en 1958 y desde entonces ha sabido mantener una magia especial, capaz de atraer a decenas de clientes día tras día.
Hace escasos días, “El Montana”, como todo el mundo conoce, recibió un ‘Solete’ de la Guía Repsol. Su servicio de calidad, cercano y tradicional les ha permitido lucir con orgullo este reconocimiento tan peculiar, el cual también degustan otros siete establecimientos de la capital.
Es incuestionable el gran servicio que ofrece este bar de la ciudad. Sin embargo, hay algo que lo hace especial, distinguido y reconocible: sus criadillas. Con sólo subir el escalón de acceso ya se oye aquello de “una de criadillas”, y es que estas son la tapa estrella del Montana.
Muchos de los que acudimos habitualmente a este lugar nos hemos preguntado alguna vez cuántas criadillas pueden servirse en este pintoresco establecimiento de nuestro Jaén. VIVA Jaén ha querido resolver esa cuestión, y la respuesta es asombrosa cuanto menos. Antonio Úbeda, cara reconocida tras la barra, explica que son “unos seis o siete kilos los que se venden todos los días”. Y si esa cantidad la prolongamos y acumulamos durante un año, se alcanzan las dos toneladas. Sí, más de 2.000 kilos de esta tapa estrella.
Antonio es una de las caras visibles en este bar jaenero, pero la clave del éxito, el secreto de esta delicia, se esconde en la cocina Miguel Rivas. Quizás, muchos de los clientes habituales nunca han visto el rostro de este cocinero, el cual, dice Antonio Úbeda, que desarrolla “un trabajo enorme en la limpieza y preparación del plato”.
Afirma el protagonista que las criadillas se sirven en este local desde hace más de cuatro décadas y “cada vez tienen más aceptación. De hecho, el que prueba, repite”. Él comenzó a trabajar detrás de esta barra en el año 1994, y desde entonces ha visto salir miles de platos del producto estrella.
A las famosas criadillas del Montana hay que sumar una larga lista de tapas muy demandadas, tales como “los callos, caballitos, pinchos, patatas bravas o albóndigas”, relata Úbeda. Todo ello sin olvidar los característicos churros que sacian a los jiennenses en cada desayuno.
Explica Antonio Úbeda que este ‘Solete’ “va a lucir en un sitio que se vea bien”, para sentirse orgullosos del trabajo que desempeñan en cada jornada. Explica que “se siente feliz y sorprendido al mismo tiempo por ver cómo la Guía Repsol se ha acordado de ellos y ha reconocido su labor”. Aprovecha este medio para felicitar a los otros establecimientos que también han recibido tal galardón.
Con este destacado premio también se reconoce el esfuerzo de un establecimiento que tuvo lidiar con las dificultades encontradas durante la pandemia, etapa en la que las distancias sociales frenaron en seco la dinámica habitual del Montana. A pesar de eso, durante varios meses, esas criadillas desfilaban por la calle Cerón para ser consumidas en las casas de los jiennenses. A grandes males, grandes remedios, y es que los vecinos y vecinas de Jaén no perdonaban dejar atrás una semana sin degustar este delicioso plato, las criadillas del Montana.