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Jaén

Jaén será Real Jaén ante el Torre del Mar

Con el corazón blanco lleno de ilusión para superar el primer paso hacia la salida del desierto de Tercera Federación

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  • Las ganas de un equipo, la ilusión de una afición -

Hay un boca a boca en la sociedad jiennense que transmite pasión para mirar a la fase de ascenso que el Real Jaén emprendió el pasado domingo en el Juan Manuel Azuaga de Torre del Mar. Es un hilo de esos rojos que se funden con una historia tradicional japonesa en la que al final todo llega al lugar al que se pertenece. Y eso le ocurre a un Real Jaén que lleva transitando por el desierto demasiado tiempo sin encontrar un oasis desde el que beber al menos una gota de agua para darle fuerzas en su camino hacia el final de un periplo que tuvo su oscuridad y muchas vueltas en círculo para continuar en el mismo lugar, la Tercera Federación.

La ilusión que se despierta en la ciudad es de esas que se traslada también a las localidades cercanas que siempre vieron al Real Jaén como el ejemplo del fútbol provincial. Lo dice la historia también y no la del hilo rojo, sino la que ha marcado un paso a paso en un club que se mira para tratar de volver a reconocerse ante un espejo, donde las heridas sufridas parece que cicatrizan, y la neblina en el mirar comienza a disiparse. Pero esta mirada pasa irremediablemente por un terreno de juego. La Victoria dictará una primera sentencia sin recurso alguno ante el Torre del Mar. Hay ventaja campo a favor blanca y de clasificación en caso de empate si hay que consumir también una prórroga. Empates, si, como aquellos con los que los blancos fueron pasando de ronda hace 11 años en su último ascenso, donde no ganaron ningún partido.

Pasar es enganchar a una masa social que es como un volcán en erupción cuando los suyos le dan ese corazón en el terreno de juego y se justifica con un triunfo. Pasar de ronda significa estar más cerca del anhelo soñado durante más de siete años. Y pasar es poner la directa hacia otra fase en la que la motivación sería mucho más grande que la que hay ahora y la que pudiera producirse antes de la última ronda. Hay confianza de nuevo, un año después, pero se está multiplicando como si de una pandemia se tratara porque se empuja entre toda la ciudad, administraciones y desde cada casa.

Pero para llegar al ascenso hay que tener los pies en el suelo. Ahora no es el momento de las florituras, pero ya se sabe ese dicho de que jugando bien es más fácil de ganar los partidos y en casa, la segunda vuelta ha sido demoledora. Los blancos solo han conocido la victoria y solo han encajado dos tantos, el último ante un campeón del Grupo IX que no ha podido ganarle este año al segundo de la tabla. Son datos, si, pero son los que dicen que la ilusión tiene perspectiva, un prisma desde el que mirar hacia la alegría. Con una sonrisa todo es más sencillo. Juegue quien juegue, porque hay plantilla para suplir las bajas. Eso sí, no hay espectadores para suplir al que no quiera bajar a ver cómo late el centro del campo del estadio. Cada uno suma un latido más y con una entrada de esas de época el tic tac del corazón de La Vitoria permite tirar del hilo rojo. Para dar otro paso. Para tirar del hilo rojo. Y para reencontrarse con una categoría que si no es la que le pertenece es lo mínimo que le debe ese desierto de Tercera a una institución como el Real Jaén.

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