La policía de Hong Kong llevó a cabo la detonación controlada de una bomba de 227 kilos hallada en aguas de los Nuevos Territorios, un artefacto lanzado por aviones japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, informaron este miércoles medios locales.
La alerta sobre la presencia del explosivo se recibió el 15 de septiembre, cuando un ciudadano notificó a la policía sobre una supuesta bomba en el área de Sai Kung, a una profundidad de 13 metros, al este de Shek Ngau Chau.
Diez días después, tras una investigación, las autoridades confirmaron que el objeto sumergido era efectivamente una bomba aérea japonesa de la contienda.
En una operación coordinada, la Oficina de Desactivación de Artefactos Explosivos (EOD) trabajó junto con la unidad de Tigres Voladores, la División de Embarcaciones Pequeñas, y el Equipo de Aeronaves no Tripuladas de la Policía Marítima para llevar a cabo este martes una detonación controlada del artefacto.
Entre diciembre de 1941 y agosto de 1945, Hong Kong fue escenario de intensos combates durante la ocupación japonesa, que comenzó tras la rápida derrota de las fuerzas británicas en la batalla del 8 al 25 de diciembre de 1941. Durante este conflicto, se intercambiaron miles de toneladas de artillería.
Posteriormente, las fuerzas aliadas, incluidas las estadounidenses, llevaron a cabo operaciones aéreas y marítimas para liberar el territorio del dominio nipón, que se mantuvo hasta la rendición de Japón en agosto de 1945.
El expiloto de Cathay Pacific e historiador aficionado Ian Quinn calculó en el año 2000 que las fuerzas estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial lanzaron unas 4.000 bombas sobre la ciudad y que alrededor del 30 % de ellas no detonaron, según el rotativo hongkonés South China Morning Post.
Debido al constante desarrollo de la construcción y la recuperación de tierras en el territorio, las autoridades establecieron una brigada especializada en desactivación de bombas en 1972.
Granadas, balas y armas pequeñas son halladas con frecuencia en parques rurales y campos de golf, como el de Kau Sai Chau en Sai Kung, construido sobre un antiguo campo de tiro del ejército británico.
Estos artefactos son descubiertos habitualmente por cazadores de tesoros, historiadores aficionados y ciudadanos que realizan actividades al aire libre.
Tras la Segunda Guerra Mundial, numerosas municiones fueron arrojadas al mar y aunque algunos vertederos están claramente señalizados en cartas náuticas, otros no lo están.
Además, la corrosión del agua marina ha afectado a estos explosivos no detonados, que representan un riesgo para proyectos de dragado y recuperación en la zona.