La industria musical, reunida desde este martes en Bilbao en el encuentro sectorial BIME, ha vuelto a abordar uno de sus grandes debates actuales: abrazar la inteligencia artificial "como la gran revolución que le salve de su propia obsolescencia o cercarla para evitar la sentencia de muerte de la creatividad".
"Todas las personas que hoy trabajan en esta industria se van a topar con IA y la mayoría van a usarla", ha pronosticado en uno de los coloquios principales de la jornada el argentino Nicolás Madoery, director de FuturX, centro de I+D sobre la intersección entre música y tecnología.
Él ha apostado decididamente por asumir esa inevitabilidad e "involucrarse más con los ecosistemas tecnológicos, generando plataformas con entrenamientos transparentes de IA y usos éticos de los contenidos" con los que la alimentan.
"Nos gusta cuando nos resuelve un problema pero la rechazamos cuando impacta en algo creativo, donde no creíamos que las computadoras tendrían espacio", ha subrayado ante un mundo que a finales de 2022 se empezó a familiarizar con conceptos como "dataset", "machine learning", algoritmo o "prompt".
El alemán Christopher Wieduwilt, fundador de The AI MusicPreneur, ha incidido en que se trata "de la tecnología más disruptiva que hemos visto en esta industria y ofrece grandes oportunidades, pero cuando hay grandes saltos, la legislación no es capaz de seguirle el ritmo".
De uno de los casos más fraudulentos ha hablado Santiago Sanmiguel, consejero general de One RPM, al citar cuando un usuario de IA generó millones de canciones, las distribuyó por plataformas y usó IA también para crear robots que a su vez las reprodujesen, generando más de 10 millones de dólares.
"A mí no me preocupa como abogado que alguien incorpore a su canción un efecto de producción con IA; tampoco creo que aún se esté haciendo música de calidad para competir con los músicos: la hace más rápido, pero no necesariamente mejor", ha subrayado a EFE antes de destacar que lo importante sobre todo "es el mensaje que se quiere transmitir".
Otro caso célebre fue el del chileno FlowGPT, que enfureció a Bad Bunny cuando a través de esta tecnología convirtió en un éxito en TikTok el tema 'Demo 5: NostalgIA', que imitaba las formas y voz del puertorriqueño.
"Si a ustedes les gusta esa mierda de canción que está viral en TikTok, sálganse de este grupo ahora mismo. No merecen ser mis amigos", proclamó en su canal de Whatsapp el intérprete de 'Tití me preguntó', una postura completamente antagónica a la de Grimes.
La artista canadiense creó una plataforma llamada GrimesAI en la que prestaba su voz a quienes quisieran implementarla en sus creaciones como si de un sintetizador se tratara, generando uno de esos "ecosistemas controlados" de los que habla Madoery: solo se sube el "material digno" y se dividen las regalías en base a un nuevo concepto de "cocreación".
"Estábamos acostumbrados a que los vinilos, los CD o los MP3 eran el final del proceso creativo. Sin embargo, cuando un videojuego se vende, es solo el principio de la monetización del proceso. En la música también podríamos darle la vuelta, permitir que se utilice ese material, porque si estás al mano del proceso, también lo estás de sus metadatos", ha subrayado el holandés Marteen Walraven, coeditor del botelín MUSIC x.
Uno de los grandes problemas que surgen en este ámbito es cómo definir la propiedad de una obra creada por IA. Actualmente algunas distribuidoras musicales se niegan a trabajar con temas creados íntegramente de esta manera, mientras en Asia ya existen incluso artistas generados por IA.
"El problema es que ni siquiera podemos saber si algo está completamente hecho por IA, ¿y si lo está al 99%?", ha cuestionado Walraven ante un uso que en la actualidad "está más implantado en la gestión y planificación o en el márketing musical", más que en el proceso creativo, según han convendio los expertos.
Un uso real de esta tecnología por ejemplo es permitirle a un artista alimentar una IA con todos los metadatos de su perfil en Spotify y así crear estrategias para definir su contenido en redes sociales, ha destacado Wieduwilt.
"Y también podemos cambiar la manera en la que vemos el mundo", ha insistido Walraven frente a las reticencias de la española Thais Ruiz de Alza, fundadora de DigitalFems, que ha recordado su "alto impacto negativo para las mujeres" a causa de la información con la que se alimentan las IA, carente de perspectiva de género.
Ha recordado asimismo que en el centro de todo esto "hay dinero" y que "esas herramientas tienen un propietario". "Internet ahora mismo es cosas de cinco grandes compañías y eso es lo que creo que pasará con la música", ha alertado.