Muchas veces hemos hablado del horrible calendario de Liga en la Primera División de fútbol sala. Ahora habría que decir algunas palabras sobre eso de jugar a la hora previa a la comida o más concretamente de los árbitros que está sufriendo el Jaén Paraíso Interior. Es como para correr un tupido velo porque parece que quieren sacar a los amarillos de la aristocracia del fútbol sala nacional y europeo. Un club humilde, trabajadísimo desde hace más años que el sol y que sí, tiene a la afición más numerosa del mundo, con un Palacio de los Deportes envidiable y al que solo le falta la promesa aquella de que Jaén sea la capital del fútbol sala español, como dijo en su momento el presidente de la Junta.

Lo del partido en tierras gallegas es sin duda para hacérselo mirar por alguno. El doble penalti que Joao Salla anotó y no valió en el primer tiempo por supuestamente superar el límite de 4 segundos dejó en shock a un Jaén Paraíso Interior que pese a disponer de varias oportunidades no pudo cristalizarlas con un gol que los adelantara en el marcador en un primer tiempo donde la superioridad amarilla estuvo fuera de toda duda, por juego y planteamiento. Muy superior el equipo de Dani Rodríguez se tuvo que ir al vestuario con un empate injusto.

La reanudación trajo un guión que comenzó con la expulsión de Diego Favero. Dos minutos con uno menos, pero la férrea defensa local anuló todas las ocasiones amarillas hasta que la sanción del cierre argentino concluyó. De hecho, Favero fue protagonista posteriormente cuando cogió la manija del partido y dispuso de las mejores ocasiones para los suyos ante la ineficacia anotadora de Jaén Paraíso Interior. No marcó el argentino, pero sí lo hizo David Pazos a diez minutos para el final del partido, obligando a los de Dani Rodríguez a volcarse sobre la portería local como en la primera mitad ante un Noia que quería cerrar el partido con victoria. Pero ahí salió la figura de Renato y un zapatazo de los suyos se colaba para empatar el partido en el minuto 35 y dejar por delante cinco minutos fratricidas en los que los locales entraron más en juego que en todo el partido para hacer sufrir de manera inmerecida a un Jaén Paraíso Interior que se estrelló en la primera mitad con su falta de puntería y con un arbitraje de esos que hay que calificar de pésimo por no ponerle otro apelativo.