A Juan Espinilla

Publicado: 05/06/2025
¡Juan Espinilla, no te librarás tan fácilmente de nuestra admiración!
Por el amigo Javier Cano conocí la triste noticia del abandono de este mundo de uno de los jaeneros que más ha conocido los entresijos del misterio, además de un entrañable montañero. Se trata de Juan Enrique Espinilla Lavín.

Tuve la suerte de acercarme a su sapiencia a raíz de un programa de televisión en el que buscaba dar respuestas a determinadas incógnitas. Con él sucumbí en ese bosque donde semanas antes un grupo de senderistas habían sido testigos de la transfiguración de un día radiante en un oscuro túnel, con unos enormes sapos que aparecían y desaparecían por doquier.

Sinceramente, no podré olvidar el recorrido de ida, más de dos horas, frente a la vuelta que lo hicimos en cuarenta y cinco minutos. Iba a ser un reportaje para la tele. El quipo lo formaba el cámara, el realizador, Juan Espinilla Y yo. Nos ocurrió de todo, de manera inexplicable.

Tuvimos que grabar a la entrada del bosque porque estábamos exhaustos. Tras la emisión del programa, Cultura recibió tantas llamadas para organizar una visita, que se hubieran llenado tres autobuses, pero consideramos que no era recomendable.

Con Juan aprendí los secretos que esconde la sillería de nuestra Catedral y a conocer los mensajes que se describen en los petroglifos del abrigo de El Toril, en la zona de Otíñar. Tampoco podré olvidar las caras de Bélmez, desde el prisma de Espinilla, o el encanto de la sima encantada.

Muchas más experiencias podría narrar con este hombre afable, simpático, siempre disponible y amante del conocimiento. En su hogar ya no entraban más libros, tuvo que aprovechar otra vivienda para seguir almacenando sabiduría.

Recuerdo, hace unos meses, cuando le regalé mi última publicación, que me confesó que escondería el libro en alguna bolsa para que no se lo viera su agradable esposa. Pero a ella no podía regatearle su pasión por la lectura y era consciente que cuando acudía a cualquier acto de este tipo, volvería con una misteriosa faltriquera.

Cuánto me hubiera gustado compartir, con el sabio, mucho más tiempo, arrebatarle su clarividencia y su amor por los que le rodean.

¡Juan Espinilla, no te librarás tan fácilmente de nuestra admiración!

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