Agricultores de la Comunidad de Regantes de Torredonjimeno, en Jaén, tomaron las calles frente a la Subdelegación del Gobierno y la sede de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) para exigir una solución que les permita regar sus olivares. Llevan siete años esperando una autorización que no llega, a pesar de haber invertido cuatro millones de euros en infraestructuras para llevar agua a sus cultivos.

"Lo único que pedimos es agua para nuestros olivos", aseguró Juan Eugenio Ortega, vicepresidente de la comunidad, en declaraciones a Europa Press. La protesta llega tras una década de promesas incumplidas y un revés judicial que, en 2018, obligó a reiniciar el expediente de concesión de agua por una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA). Según los regantes, el fallo se debió a un cambio en la ubicación de la depuradora local sin audiencia pública, lo que dejó en punto muerto su proyecto.

La comunidad, formada por más de 350 pequeños propietarios desde 2001, había logrado regar entre 2015 y 2018 unas 600 hectáreas de olivos tradicionales, gracias a una concesión temporal que les permitía usar 896.595 metros cúbicos de agua. Pero desde 2018, tras la sentencia, no han podido volver a regar. "Llevamos cinco años sin echar ni una gota a los olivos", lamentó Ortega, quien insiste en que han entregado toda la documentación requerida "en tiempo y forma". Sin embargo, la CHG sostiene que los retrasos se deben a demoras en los papeles y modificaciones en el proyecto, como el cambio de aguas invernales a regeneradas.

Los agricultores confían en que, mientras se resuelve el expediente definitivo, puedan obtener una nueva autorización temporal en septiembre. Además, planean invertir otro millón de euros para tratar el agua de la depuradora, pero solo lo harán con la garantía de la concesión. "No podemos pedir a nuestros socios que paguen más sin tener la certeza del agua", explicó Ortega.

La situación afecta a más de 60.000 olivos y a familias que, en muchos casos, recurrieron a préstamos personales para financiar las obras de balsas e instalaciones de riego. La frustración crece ante la falta de avances, y los regantes reclaman una solución urgente para salvar sus explotaciones tras años de lucha y espera.