Enseñar

Publicado: 24/06/2025
Decía Ortega y Gasset que siempre que enseñes, enseña a dudar de lo que enseñes
Enseñar algo necesita un esfuerzo para allanar a otros el camino que uno ha transitado, con la esperanza de hacerle más fácil la travesía, y que le sean más comprensibles las ideas que a veces uno tuvo que asumir sin entender completamente. Decía Richard Feynman que, si quieres dominar algo, enséñalo. Cuando más enseñas, mejor aprendes. La enseñanza es una herramienta poderosa para el aprendizaje. Muchos habrán experimentado esa sensación de inseguridad cuando tenías que explicarle a un compañero de clase algo que, presuntamente, tú sabías mejor que él. Y cómo, al hacerlo, acababas entendiendo mejor lo que explicabas y salían ganando tanto el que recibía la explicación como quien la daba.

Hace poco, en una revisión de exámenes un estudiante comentaba que no había entendido bien un tipo de problema, y por eso no había podido puntuar en él. En su justificación indicaba que había buscado un tutorial en Youtube para aprender a hacer esos problemas. Otro pedía ejercicios resueltos de exámenes pasados. En ambos casos, el material que pedían para aprender a hacer esos problemas y ejercicios estaba disponible en la plataforma de docencia virtual. Simplemente, no lo habían mirado ahí. Tampoco han acudido a tutoría para resolver sus dudas. El aprendizaje está perdiendo la interacción personal y, cada vez más, se buscan soluciones rápidas, y se recurre a la inteligencia artificial como el gran oráculo que atesora todas las respuestas. Solo hay que ver la cantidad de expertos en redes sociales que regalan prompts para aprender cualquier cosa en un pispás.

Decía Ortega y Gasset que siempre que enseñes, enseña a dudar de lo que enseñes. Seguramente, hoy no conseguiría que le aprobaran una guía docente con esas ideas. Hay que tener claros los conocimientos, las competencias, las destrezas, las habilidades, las metodologías, los sistemas de evaluación, garantizar que alguien que no sabía nada de un tema se convertirá en experto en conocer y aplicar casi cualquier cosa en unas horas. No hay sitio para las dudas. Todo debe estar planificado, cristalizado en cronogramas y en guías inamovibles como garantía del contrato que se firma entre la institución educativa y el estudiante. Se corre el riesgo de poner la burocracia por delante del aprendizaje. Entre no concretar nada y tratar de prever todo hay un gran margen. Todavía no hemos terminado de evaluar un curso y ya hay que tener listas las guías docentes del próximo, unas guías que muy pocos consultarán, porque cada vez se escribe más y se lee menos.

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