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Zancadas que abrazan: Jaén corre con Pitufollow por los niños que luchan

Decenas de corredores acompañan a Sergio Turull en su parada en Jaén en el desafío 50/50/50

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  • Sergio Turull a su paso por Jaén. -

El calor, ese viejo conocido de Jaén, se hizo notar pronto, pero ni el sol ni el asfalto recalentado impidieron que la ciudad se uniera a una causa mucho mayor que una simple carrera. A las ocho y media, cuando muchos apenas despiertan, medio centenar de personas ya estaban en marcha. No corrían por marca, ni por trofeo. Corrían por vidas. Por sonrisas. Por esperanza. Corrían con y por Sergio Turull, más conocido como Pitufollow.

El atleta e influencer afronta un reto que solo con escucharlo abruma: 50 etapas, 2.500 kilómetros, 50 provincias. Pero él lo repite una y otra vez: “No es mi reto, es el de todos”. Porque el verdadero objetivo no es deportivo, sino humano. Con cada paso se recauda para transformar la planta de oncología infantil del Hospital Virgen de las Nieves de Granada, de la mano de Juegaterapia. Porque en medio de la enfermedad, los niños también necesitan jugar, reír y soñar.

“No hay que olvidar que son niños y durante todo ese proceso ellos necesitan jugar, necesitan divertirse. Esa es la labor que hace Juegaterapia, y todo lo que podamos recaudar va a ser bienvenido para ese hospital”, explicaba Turull, con esa mezcla de firmeza y ternura que lo define.

El formato es tan cercano como inclusivo: circuitos de cinco kilómetros —que incluso aquí se alargaron a seis—, avituallamiento fijo y un recorrido donde cada quien decide su propio límite. “Puedes hacer un kilómetro, una vuelta, tres... hay gente que viene y hace 50. Todo el mundo tiene cabida, y eso es lo bonito. Al final, lo que importa es hacer ruido en cada provincia, visibilizar y recaudar”, contaba Turull, mientras saludaba a quienes, agotados y sonrientes, completaban otra vuelta más.

Y ese “todo el mundo” no es una frase hecha. En Jaén se vio a corredores expertos y a quienes no habían pasado de los 10 kilómetros en su vida. Raúl Carrillo, por ejemplo, llegó con un tope personal de 14; los superó. Y como él, muchos. Cada zancada fue una pequeña victoria contra los propios límites. El espíritu colectivo era tan poderoso que por momentos se olvidaba el cansancio. No era una carrera. Era un acto de amor en movimiento.

Sergio Turull a su paso por Jaén.

Turull lo sabe: mover tanta gente conlleva una enorme responsabilidad. “Desde el primer día hemos hecho recomendaciones por el calor. Mucha gente viene a primera hora y luego ya se van quedando los corredores más experimentados. Hemos buscado circuitos con el máximo de sombra posible y, gracias a Vitamin Well, tenemos hidratación para todos. Se lo recordamos en cada vuelta: hay que coger botella y beber”. Cuidar al otro forma parte esencial del reto.

Y entre sombra, sudor y ánimos compartidos, también hubo tiempo para conocer Jaén. “Me han dicho que hay un castillo precioso, que el aceite es espectacular y estoy viendo que la gente también lo es”, decía entre risas y abrazos. Su primera vez en la ciudad no pudo ser más significativa. Al final, desafió el desnivel y corrió hasta el corazón de la capital mundial del aceite de oliva para conocer la Catedral, el templo de Andrés de Vandelvira.

Lo que empezó como una idea casi descabellada —correr durante semanas por todo un país— se ha convertido en un movimiento imparable. Porque lo que mueve a Pitufollow no es la meta, sino los motivos. Y en Jaén encontró muchos más de los que imaginaba.

Sergio ya ha seguido su camino. Pero en esta ciudad, donde las cuestas se convierten en retos y el calor no espanta a nadie, quedó algo más que huellas sobre el suelo: quedó el ejemplo de que correr también puede ser una forma de cuidar, de recordar, de luchar.

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