El pasado mes de marzo, Ayuntamiento de Málaga adjudicó las obras del proyecto de renaturalización urbana de la supermanzana de Huelin por un importe total de casi siete millones de euros. Unas obras que, en principio, estuvieron consensuadas por el área de Urbanismo junto a las asociaciones vecinales y particulares.
A principios de mayo comenzó el movimiento de maquinaria y el levantamiento de las calles. Dos meses después del inicio, el malestar es palpable y generalizado. El motivo principal, la falta de aparcamiento que hay y que -previsiblemente- habrá. Sin embargo, no es el único motivo que ha llevado al enfado de todo un barrio.
"Urbanismo nos planteó un primer plan, el cual modificó con nuestra opinión. Nuestra sorpresa fue ver que finalmente las obras se están llevando a cabo con el plan inicial, que no nos deja en buena posición", denuncia Fernando Berlanga, presidente de la Asociación de Comerciantes de Huelin.
Aparcar siempre ha sido de los principales quebraderos de cabeza de su gente. Esto, ahora, se ha elevado a la máxima potencia. "Con las obras no hay quien encuentre un hueco. Tranquilamente te puedes tirar 45 minutos dando vueltas. Muchas aceras las van a ampliar y vamos a perder todavía más aparcamientos. Dijeron que harían una zona provisional mientras se terminan y no ha sido así", asegura un vecino que se encontraba, precisamente, buscando sitio con su furgoneta.
Este proyecto, financiado con Fondos Next Generatio EU, supondrá también un aumento de las zonas verdes, algo que, a priori, debería ser positivo. No obstante, los vecinos creen esta renaturalización llegará para quitar el espacio a los coches: "Ya hay zonas verdes aquí. Muchos árboles de los que se van a plantar lo van a hacer donde había aparcamientos. No queremos eso".
Hablamos también de un barrio con una buena cantidad de personas mayores, las cuales están sufriendo quebraderos de cabeza para cruzar apenas un par de calles. "Tengo que ir por la carretera porque la acera está cortada, pero los coches siguen pasando", nos comenta una vecina que necesita de un andador para sostenerse y que solo puede entrar a su portal a través de un paso de metal visiblemente elevado respecto a la carretera, lo que dificulta su entrada y salida.
En el aire sopesa la idea de que todo esto tiene el objetivo final de desplazar a los vecinos del barrio, de cara a la próxima construcción del puerto deportivo de San Andrés. Eso, quizá, son elucubraciones. El desasosiego de un barrio que teme perder su identidad y no saber dónde meter el coche, certezas.