Si se dejan asesorar por alguien que conozca medianamente la oferta gastronómica de Jerez, seguro que le recomendarán el Bar Arturo.
Ubicado en una barriada tan humilde como recóndita, aquello fue siempre un tabanco, de los muchísimos que existían en la ciudad, donde los vecinos y trabajadores de la entonces bodega Domecq iban a tomarse un trago en cualquier momento del día. Regentaba entonces el negocio Antonio Ojeda, que decidió dejar el negocio en manos de su hijo Arturo cuando éste cumplió la mayoría de edad. Algo más emprendedor que su padre, comenzó a freír sin mayores pretensiones el pescado que le llevaban de la plaza de Abastos, hasta que las frituras terminaron por tomarle la delantera al vino de medio tapón y al dominó.
Ahí es donde arranca la leyenda de uno los de indiscutibles referentes gastronómicos de la provincia.
A la par que uno de esos modelos de negocio de éxito que deberían estudiarse en las carreras de Marketing. Porque llegar al Arturo no es fácil, ni encontrar aparcamiento es sencillo, ni es el lugar más cómodo donde se.puede ir a comer. Sin embargo, qué difícil es casi siempre encontrar mesa.
Su mostrador es una gloria de productos frescos. Allí no te equivocas con el marisco, ni con la fritura, ni con la plancha. Además, los aliños son impecables.
Ahora bien, siempre que voy, y han sido muchísimas las veces por suerte, nunca dejo de pedir las huevas a la plancha. Tan frescas como todo el género que despachan, el asado es el justo para quitarle el frío de la nevera y disfrutarlas con su sabor y su jugosidad con sal, ajo picado, perejil y nada más. Y nada menos. Son imbatibles.
Lo que no acabo de perdonarles es que hayan dejado de servir el mejor gazpacho que se hacía en Jerez. Nadie es perfecto.
BAR ARTURO.C/ Guita, 9, 11408 Jerez, Cádiz.
