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Un pueblo entregado a su Patrona

Desde la Plaza de Santa María, la comitiva y el trono de Nuestra Señora de la Capilla recorrió las calles del centro de la capital, pasando por su barrio, San Ildefonso, repleto de fieles devotos

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Todo estaba listo en el interior de la Catedral en la tarde de ayer para iniciar el culto más esperado por los devotos de Nuestra Señora de la Capilla. Fue un 11 de Junio especial, pues la Patrona de Jaén salió sobre sus andas desde el templo catedralicio a las ocho de la tarde, después de que por la mañana presidiera el altar para la celebración de la Misa Votiva en su honor.

La grandeza de la puerta principal de la Catedral no ensombreció a la Cofradía de la Virgen de la Capilla, que se lució desde el primer momento y cuidó todos los detalles para que nada fallara en un día tan especial. Una petalada recibió a la Patrona.

Un 11 de Junio con el que finalizaron los actos y cultos en honor a la Patrona, y que sacó en procesión a una Virgen que fue reclamada por sus devotos, que llenaron la plaza de Santa María y todo el recorrido. Su entorno, abierto a todos, dio la posibilidad de contemplar la salida de la Patrona de una forma diferente, en un marco distinto al que se han acostumbrado las retinas de los jienenses, pero sin duda, la procesión quedó embellecida desde el primer momento.

Con una larga comitiva representada por las cofradías de Pasión y Gloria, por más de 20 camareras y cofrades vestidas de mantilla, y la Junta de Gobierno, la Virgen procesionó luciendo su manto de color rojo y con la misma tonalidad las rosas de su exorno floral.

El hermano mayor, Enrique Caro, disfrutó de su primer año al frente de una Junta de Gobierno, que ha trabajado a contrareloj para el que ha sido su primer 11 de Junio al cargo.

Desde la Plaza de Santa María, la procesión buscó su barrio, uno de los más tradicionales de la capital, el de San Ildefonso, y la Virgen recorrió orgullosa sus calles, recogiendo numerosas muestras de fe y reflejos de la devoción que los jienenses tienen. Atrás dejó una bella estampa, la de las rejas de la Catedral llena de flores, que volvió a ver a la hora de su recogida, después de más de tres horas de procesión.

Y es que el paso de la procesión fue lento, a pesar del esfuerzo de los más de 75 anderos, que bajo las órdenes del fabricano, Antonio Vega, hicieron el itinerario programado.
Al son de las marchas de la Banda Municipal de Música, la de ayer fue una procesión llena de alegría y tradiciones.

 

 

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