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Jaén

Esto acabará algún día

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Estoy perdiendo las referencias. El nuevo tiempo, la facinerosa estratificación social que se impone a costa de toda razón democrática, se parece una enormidad al sepia de los 60 y los 70, con incrustaciones pétreas –a fuer de ser honestos con la realidad de los deshipotecados de hoy, desahuciados  en la lucha final, con la prole condenada a una triste infancia y el propio futuro secuestrado por los bancos y los contratos-basura-  de la hambruna de los 40 y los 50. De la mitificada década de los 80 a las luces cegadoras de los 90 como preludio de las amplias ensoñaciones del primer decenio del nuevo milenio que desemboca en el momento actual,  en esta mixtura general de entronización de lo miserable.


No sé ya, a estas alturas, si las bicicletas siguen siendo para el verano, ni si los niños, en función a la clase social de la que provengan o el infortunio que deparó la economía desescalada a sus progenitores, merecen al menos un campamento cada verano. Irse de vacaciones, oficialmente, deja de estar de moda, e incluso condiciona a la clase política  El Príncipe enseña su agenda de agosto. Una odiosa y fugaz concatenación de compromisos en Marivent. Luego, de inmediato, vuelve al modo ‘disponible’. La dirigencia de este país, en 2013, instaura que el periodo políticamente correcto de vacaciones estivales no exceda de una semana. Los mismos días que va a tomarse la presidenta in péctore de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, antes de imbuirse en los preparativos del glorioso escenario de su ascensión plena al poder.


“Esto acabará algún día, ¿verdad, hijo?”. Ángel, el anciano padre de Juan Lanzas, así sintetiza el estado de ánimo de la familia cuando un conocido se interesa. La sentencia, el aserto, el vaticinio cierto, la pregunta con respuesta, el agüero a tiro dado, ahonda en la sabiduría del pueblo llano. Más escándalos ahogaron las hojas del calendario. Sobre esa sólida evidencia asentará el futuro de su liderazgo, desde el 6 de septiembre, el quinto miembro del PSOE-A que preside la Junta, la primera ‘miembra’ a decir de Bibiana, la primera mujer. Tiene el pacto con IU bien abrochado –nadie pone en duda que los tres consejeros de la federación continuarán-. Firmó la paz con la agrupación de Jaén, un feudo hasta la fecha inexpugnable para el aparato regional, garantizando a priori por lo tanto la ausencia de María del Mar Moreno en el primer Gobierno de Susana.
La orfandad de Mar se atestigua, cruel, en el reciente Comité Director. Arropada apenas por un raquítico séquito de intimísimos y algún que otro jefe de servicio de la delegación de Educación. Pero, ¿aventura ello la vuelta de Micaela Navarro a una consejería? Todo hace indicar que Susana Díaz relevará a la mayor parte del Ejecutivo. Los del equipo económico, primero, Carmen Martínez Aguayo y Antonio Ávila, y, a continuación, al resto. Luis Planas, por si acaso, se ha adelantado a decir que no seguirá en cualquier caso. Hace bien, por algo peina canas. ¿Sería Micaela una titular apropiada para Agricultura y Medio Ambiente, desprovista de Ordenación del territorio? ¿Regresar a Bienestar Social es un problema para Micaela ahora que se gestiona junto a Salud, habida cuenta el bagaje de María Jesús Montero? Al tiempo. Septiembre asoma.

LLAVES
Tranviarios. El grueso del ejército gubernamental de José Enrique toma el registro general de San Telmo para entregar una carta al presidente –por poco tiempo- de la Junta de Andalucía. Tengo una carta para usted, señor Presidente. La misiva contiene encriptadas unas llaves, las del fondo del mar donde duerme el sueño de un tranvía cuyos jardines se han secado de tanta promesa huera. En lugar de pactar un preacuerdo –como con el Metro de Málaga- para por lo menos echar a andar, el empecinamiento partidario deja sobre los raíles de la principal arteria circulatoria de la ciudad el estigma fantasmagórico de un fracaso colectivo, entreverado de soflamas maniqueas sobre los buenos y los malos, los juiciosos y los manirrotos. Banco de España. Montoro no viene. José Enrique baraja llevar la firma del traspaso al Ministerio de Hacienda. Don Cristóbal no pone pegas, pero tampoco entrega las llaves. El Conservatorio aguarda una cofinanciación con la Junta que se hará con otros interlocutores. Veremos. Sin conciliación previa en tribunales entre Calahorro y García Anguita. Aquello de la sospechosa plusvalía de unos terrenos. Más madera.
 

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