A estas alturas del partido (si permiten ustedes la comparación), en una prórroga eterna que nadie parece poder parar con un pitido final, escandaliza que cinco mil vecinos de esta ciudad no sean capaces de pagar los gastos de su hogar, es decir, no puedan hacer frente, por ejemplo, a la factura de la luz cada vez que golpea su raquítica economía cada dos meses. Y seguramente lloraríamos si conociéramos cuántas familias pasan el invierno con kilos de mantas encima porque no pueden encender los radiadores o las calefacciones. Miles de ciudadanos viven con el alma en un puño porque cualquier eventualidad económica los aboca a la miseria. El año pasado solo Cáritas gastó 140.000 euros en atender facturas y pagos de alquileres o hipotecas de más de ochocientas familias de esta ciudad. Angustia también que siete años después de que comenzara la crisis, familias enteras con hijos sigan siendo desahuciadas, sin que, más que la voluntad popular organizada en plataformas haya sido capaz de poner freno a algunas de estas injusticias. Mientras tanto, los mensajes de recuperación siguen cayendo como clavos para quienes nacieron martillos y sorprende como quienes aspiran a cambiar las cosas, caso ayer de ‘Ganemos’ en la capital, prioricen en su posible llegada al gobierno, suspender el actual PGOU.