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Jerez

El amor, más triste que nunca

El mundo, devastado ante la peor matanza a tiros en la historia de EEUU.¿Por qué nos empeñamos en calisificar, etiquetar y odiar lo que es diferente a nosotros?

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Viene hacia aquí, voy a morir”. Esas fueron las últimas palabras que Eddie Jamoldroy le escribió a su madre la madrugada del pasado domingo a las 02:06 horas en el baño del Pulse, un pub gay en Orlando, Estados Unidos. Su vida y la de otros 49 compañeros fueron arrebatadas por el presunto responsable del suceso, Omar Mateen. Una persona que según sus familiares y expareja era inestable mentalmente, pero que disponía de permiso y acceso a armas. Algo que les ha costado- nos ha costado- muy caro a las familias y amigos que ahora tienen que aprenden a vivir sin sus seres queridos. 50 personas que han muerto por el simple hecho de no esconderse, de ser ellos mismos pese a vivir en un mundo que no les comprende.

Ellos  eligieron ser diferentes sin miedo y la única respuesta que recibieron fue la de la violencia. Una violencia que no crea, sólo destruye todo a su paso y deja el mundo un poco más roto y maltrecho de lo que nos lo encontramos. No dejemos que sus nombres se vuelvan cicicatrices, convirtamos su causa en nuestra bandera y luchemos porque nadie más tenga que perderlo todo por atreverse a reclamar su propia libertad. ¿Cuánto más tiene que desangrarse el mundo para que comprendamos que el amor es sólo amor en todas sus variantes? ¿Cuántas personas tienen que morir, cuántas familias destrozadas, para que nos decidamos a actuar de una vez? ¿Aprenderemos algun día que da igual la religión, da igual si decides amar a un hombre o a una mujer? ¿Por qué nos empeñamos en clasificar, etiquetar y odiar todo lo que es diferente a nosotros?.

Entre las víctimas del atentado había técnicos de farmacia, bailarines, asistentes de producción... jóvenes con sueños, ilusiones y planes de futuro que se han visto truncados por la decisión cruel de alguien que se vio con el derecho de arrebatarles a ellos y a sus familias sus vidas. Ellos lo han perdido todo y ahora  los que se quedan aquí tienen que encontrar la manera de conseguir salir adelante y aceptar, porque no creo que se pueda superar, su pérdida, aunque haya gente que  se beneficie y consiga sacar provecho de la situación. Tras los lamentables sucesos, las acciones en bolsa de los fabricantes de armas han registrado una subida de hasta un 11%. Así funciona el mundo, 50 muertos, 53 heridos, cientos de famias rotas sin consuelo y parece que lo único que le preocupa a una gran parte de la población es si no van a poder adquirir más armas en un futuro a causa del endurecimiento de la ley. Cuánto camino nos queda por recorrer, cuantas veces más tendremos que equivocarnos para entender que nuestra mayor fortaleza, radica, precisamente, en nuestras diferencias. Esperemos que llegue un día en el que las palabras homofobia, terrorismo, xenofobia y cualquier variante de violencia, terror y  muerte sólo aparezca en los diccionarios.  

 

*Paula Aranda es bloguera en weloversize.com

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