Abengoa ha culminado el proceso de venta de todo su negocio de biocombustibles en Estados Unidos con el traspaso de la planta de bioetanol (gasolina ecológica obtenida de cultivos o restos vegetales) de Hugoton, en Kansas. Esta instalación era el buque insignia de todo el atribulado negocio de biuocombustibles de Abengoa en el mundo, ya que era la primera que no usaba cultivos alimenticios como maíz o soja para convertirlos en etanol, sino restos vegetales o madera. Es el denominado biofuel de segunda generación.
Abengoa Bioenergía, que estaba en bancarrota en EEUU, ha logrado el visto bueno judicial para que la empresa estadounidense Synata Bio, cotizada en Bolsa y dedicada a nuevas tecnologías de energías renovables, adquiera Hugoton por 48,5 millones de dólares (unos 45 millones de euros). Sumado a lo que Abengoa obtuvo por la venta, también en subasta judicial, de las otras seis instalaciones productivas en EEUU, en total ha obtenido unos 400 millones de dólares.
El precio obtenido por Hugoton equivale, aproximadamente y según las fuentes consultadas, al valor de los materiales contenidos en la planta si estos fueran a convertirse en chatarra. Y, en total, lo obtenido por la venta de las siete plantas en EEUU supone menos de la mitad de lo invertido solo en Hugoton: casi 900 millones.
A la baja
El precio pagado por Synata es, pese a todo, el mejor logrado en la subasta. La petrolera Shell hizo una oferta inicial de sólo 28 millones de dólares que finalmente elevó hasta los 40 millones. Sigue estando en segundo lugar por si la operación con Synata no se termina de cerrar por cualquier motivo. Si se hubieran vendido los equipos por separado se hubiera obtenido más dinero, pero la subasta afectaba a toda la unidad productiva completa.
Las mismas fuentes internas de Abengoa Bioenergía explican que, más allá del precio relativamente irrisorio obtenido, la pérdida real para Abengoa es la de tecnología propia que se testó con éxito. Es decir, que pese a que la planta no llegó a producir de forma comercial en ningún momento desde que se inauguró a final de 2014, y abastecer de etanol al mercado, sí que pudo demostrar que obtener combustible de madera o restos vegetales es viable técnicamente.
Los problemas técnicos que tuvo estaban relacionados no con la tecnología enzimática para destilar esa materia prima en etanol, sino con el proceso previo para preparar esa materia prima, en los denominados digestores que la preparan y mezclan. Dos circunstancias explican esos problemas: primero, que la materia prima llegaba a la planta con piedras que dañaban la maquinaria de preparación de la misma; y, por otro lado, las bajas temperaturas, de más de 20 grados bajo cero, que congelaban algunos componentes de esa maquinaria prevista para preparar la materia prima.