El bombardeo de Jaén: la mirada de Miguel Hernández

Publicado: 04/04/2017
Aunque el poeta se encuentra fuera de Jaén cuando se produce el bombardeo, su periódico, Frente Sur, y él, a su regreso, recogen con detalle los acontecimientos
Sin objetivo militar y con la única justificación de vengarse de las derrotas que nuestro Ejército causa a los invasores, la criminal aviación fascista bombardea ferozmente un pueblo pacífico. Y en su impotencia, se ensaña una vez más en los cuerpos de mujeres y niños”. De este modo y bajo el titulo ‘Jaén bombardeado’, recogía el periódico ‘Frente Sur’, el 4 de abril de 1937, el bombardeo a Jaén del ejército ‘nacional’, cuatro días después de que se produjera, en su edición del domingo. Y proseguía: “Jaén ha conocido en la carne de sus mujeres y niños lo que es capaz de hacer el fascismo. Los que venden la patria al extranjero, los que traen aviones alemanes e italianos para lanzar metralla contra una población indefensa”.


A las cinco y veinte de la tarde del jueves 1 de abril de 1937 cuando seis trimotores ‘Junkers’ de la legión Cóndor bombardearon la capital. La fatídica hora quedó marcada en el reloj de la iglesia de San Ildefonso durante meses. El balance fue de 159 muertos (45 de ellos menores de 10 años) y 280 heridos. La represalia del ejército republicano dejaría otros 126 fusilados. En total, 285 muertos como consecuencia del bombardeo más cruento de la Guerra Civil Española y el que más muertes dejó en un único ataque de todo el conflicto.


El historiador Juan Cuevas Mata describía en su libro ‘El bombardeo de Jaén’ cómo se produjo el ataque: “Los aviones, seis trimotores, aparecieron desde detrás de las Peñas de Castro, después de haber rodeado Jabalcuz a baja altura, y encararon la ciudad por el sur14. El ataque se llevó a cabo en una sola pasada de dos formaciones en cuña de tres aviones cada una, siguiendo los usos normales de la aviación de bombardeo en 193715. Los acompañaba un grupo de escolta compuesto por nueve cazas”.


Cuevas Mata recuerda en su libro que las dos escuadrillas de bombarderos se desplegaron sobre la ciudad formando un pasillo aéreo de unos 150-200 metros de ancho, atravesándola de sur a norte, en toda su extensión, entrando en el barrio de San Ildefonso por el Recinto, dejando a la izquierda la Catedral que era su referencia principal, y saliendo por el Paseo de la Estación. Las bombas afectaron a las siguientes calles y plazas: calle Fuente de don Diego, calle Olid, plaza de San Félix, calle Juan Izquierdo (Josefa Segovia), calle Batería, calle Miguel Romera, calle Jorge Morales, calle Pilar del Borrego (Obispo Aguilar), calle los Romeros, calle Azulejos, calle Mesa, calle Ancha (Muñoz Garnica), plaza de San Ildefonso, calle Hurtado, calle Teodoro Calvache, calle Nicolás Salmerón (Tableron), calle Chinchilla, plaza del Deán Mazas, calle Mesones (Federico de Mendizábal), calle Pablo Iglesias (Rastro), calle Julio Burell (Virgen de la Capilla) y el Paseo de la Estación. También cayeron algunas bombas en las inmediaciones del Barranco Hondo, la Corona y la Huerta Baja, en las afueras de la población.


“La orden de bombardear Jaén fue dada por el general Gonzalo Queipo de Llano como represalia del ataque de la aviación gubernamental, efectuado ese mismo día, alrededor de las 12´30 horas, sobre la ciudad de Córdoba. Apenas hora y media después, a las 14 horas, el comandante Vicente Gil Mendizábal, jefe del grupo de bombardeo 3-G-22, con base en el Aeródromo de Tablada (Sevilla), recibía la Orden de Operaciones núm. 295, en la que se indicaban los extremos que debían seguirse en su ejecución. El grupo tenía que ponerse de acuerdo con las escuadrillas de caza 2-E y 3-E, con base en Córdoba, sobre el punto de reunión y altura de vuelo, para que le sirvieran de escolta ante la posible respuesta de los 9 o 10 cazas que, según los informes de la aviación ‘nacionalista”‘, tenían los republicanos en Andújar”, explica Juan Cuevas en su libro.
El poeta Miguel Hernández, del que ahora se cumple el 75º aniversario de su muerte a los 31 años de edad, se encontraba en la capital desde el 2 de marzo, como responsable del Altavoz del Frente Sur y su publicación, que aparecía cada domingo y cada miércoles. Sin embargo, cuando se produce el bombardeo no se encuentra en la ciudad, tal y como describe el historiador Manuel Urbano Pérez Ortega en su obra ‘Ruiseñor de fusiles y desdichas: Jaén en la vida y obra de Miguel Hernández: “Miguel se encuentra ausente cumpliendo su misión de propaganda en el frente de Extremadura36, presumiblemente como testigo de la batalla de Peñarroya37, desde donde con anterioridad ya había enviado una crónica a su periódico, o en la defensa de Medellín, ciudad en la que estaba, al menos, desde la madrugada del 31 de marzo”.


Tampoco se encuentra en la ciudad cuando se publica el número de Frente Sur del domingo 4 de abril en cuya portada se titula ‘Jaén bombardeado’, si bien, su esposa, Josefina Manresa, nacida en Quesada, aunque vivía en Cox y con la que hacía apenas un mes se había casado, acompañándolo de luna de miel a Jaén, sí vive el bombardeo y así lo cuenta en una misiva que se conserva en el Instituto de Estudios Giennenses, con todo el legado del Miguel Hernández, gracias a la gestión realizada por la Diputación Provincial de Jaén para adquirirlo.
“En Jaén presencié un bombardeo que me impresionó mucho. Se veían personas que casi se podían salvar. Los familiares a los que les cogió fuera, lloraban desesperados allí en los escombros. Recuerdo a un niño, de unos diez años, muriendo entre una puerta y la pared. Miguel había salido a un pueblo cercano para dos o tres días, y al enterarse del bombardeo en Jaén me telefoneó preguntándome si me había asustado”.

Vuelta tras el bombardeo
Una vez que vuelve Miguel Hernández a la capital continúa haciéndose eco del cruento bombardeo, publicando dos artículos en Frente Sur, el primero titulado ‘La ciudad bombardeada’ en el número 7 de la publicación (11 de abril) y el segundo, ‘El hogar destruido’, en el siguiente número del 15 de abril.


Sin embargo, en los días siguientes, se enfada con Jaén y sus vecinos. No es la primera vez que lo hace, ya que desde que llega a Frente Sur lamenta en más de una ocasión la actitud dormida de la ciudad frente a la guerra civil que estaba viviendo el país. De hecho, mucha de la poesía que escribe en Jaén tiene ese carácter reivindicativo y anticonformista, sin ir más lejos, ‘Aceituneros’, que hoy es el himno oficial de la provincia de Jaén. De este modo, el poeta escribe en Frente Sur: “¿Ha despertado Jaén de su modorra incrédula y moruna? todas sus bocas llaman asesinos, y no se hartan de llamarlos a los que han cometido en su población un acto más de destrucción inútil. Pero yo veo que muchos de esos hombres se conforman con gritar y se previenen contra otro posible bombardeo, yéndose a vivir debajo de los olivos. Esta actitud estática, pasiva, fatalista y torpe exaspera al combatiente más templado. ¿Por qué no se ocupan esos hombres en la construcción de refugios para sus hijos y esposas, o por qué no colaboran con los que llevan nueve meses bajo la lluvia y las balas, conquistando la tierra que a todos nos quieren arrebatar? Hombres que ven que, cuando Jaén quedara totalmente destruida, cuando no tuvieran un rincón donde meterse, ocuparán los nichos de los ratones y allí se dejarán matar sin hacer otra cosa que lamentarse”.

Reportero
La primera experiencia que tiene Miguel Hernández como reportero y periodista es en Jaén, según explica el profesor del Departamento de Filología Española de la Universidad de Jaén, Rafael Alarcón. Desde Frente Sur publica con su nombre y bajo el pseudónimo de Antonio López, tanto crónicas como la poesía que formará parte de su obra ‘Viento del pueblo’, de la que se hablará ampliamente en el reportaje del próximo miércoles, con especial atención a los trabajos publicados por Rafael Alarcón. Sobre el rotativo Frente Sur, Manuel Urbano explica que se trataba de un periódico “impreso en cuatro páginas de papel de alta calidad, profusión de ilustraciones e información gráfica con memorables fotografías (muy estudiadas por Alarcón), compuesto y maquetado con gusto, que sale dos días a la semana, sin dirección conocida y redactores anónimos”.

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