No cabe duda, ahora sí, de que algo ha cambiado ya en la actitud de quienes están al frente de las administraciones de Jaén. El acuerdo alcanzado ayer para que el Museo Ibero pueda abrir lo antes posible con la exposición temporal (su apertura definitiva se alargará hasta 2019) sienta las bases de una nueva política, aunque los ataques y puñaladas ideológicos se mantengan en los discursos más cotidianos, forzada por la presión social y por la toma de conciencia de los propios políticos de los muchos agravios que ha vivido y vive la capital. Hace pocos años, el conflicto generado por la informe de la Abogacía del Estado, hubiese durado meses. Difícilmente se hubiera convocado una reunión a cuatro bandas en la que al final acudieran los primeros espadas, como era de justicia que sucediera. Reuniones técnicas hubiesen dejado aún más años en barbecho el Museo Ibero, mientras los responsables políticos (todos con su parte de razón, claro) se hubiesen escupido reproche tras reproche. Vale pues la presión social, aunque llegue demasiado tarde, si al final, sirve para que quienes han de venir detrás de esta generación de políticos, tienen claro que el interés general y el bien común están por encima de sus partidos y de sus carreras. Ahora, diligencia para la cesión del terreno al Estado, para otorgar la licencia de primera ocupación y para que el Gobierno central haga lo propio hacia la Junta.
Jaén
Un acuerdo por Jaén
El consenso alcanzado por el Museo Ibero deja claro que la presión social ha calado y que los políticos son conscientes del foco que los vigila
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