Periodista y guionista teatral y audiovisual, el jiennense Miguel Ángel Parra (1974) inició su carrera profesional en su tierra, de la que se marchó hace una década para afincarse en la capital hispalense, desde donde ha afianzado su compromiso con la creación cultural.
Estudió Periodismo en La Laguna (Tenerife) y ha dedicado trece años de su vida profesional a la prensa escrita, iniciándose en semanarios como ‘Nuevo Jaén’, formándose en Diario Jaén y asumiendo la subdirección del ‘Odiel Información’ con sólo 25 años, convirtiéndose en el periodista más joven de España en ocupar esa responsabilidad. “Fue una locura”, asegura. También trabajó siete años en el Correo de Andalucía y hasta 2019, en el gabinete de prensa de la Consejería de Cultura de la Junta.
Desde su niñez se declaró un enamorado de la radio y la televisión. “Me fascinaban y sabía que me dedicaría al Periodismo. De niño, obligaba a mi hermana a hacer una revista semanal con las noticias diarias de nuestra casa”, recuerda entre risas. Ha cumplido su “sueño”, trabajando en todas las ramas periodísticas, pero al descubrir que la prensa escrita es “muy ingrata”, en 2010 decidió dar un giro a su vida. “Me cansé de contar la realidad. Siempre hemos escuchado las mismas voces. Supe que era el momento de que se escucharan otras”, dice.
Comenzó a acercarse a la cultura escribiendo sus propias historias, con cortometrajes y teatro, con guiones en los que se palpan emociones y reivindicaciones, y haciendo de la comedia su mejor aliada. “No me sale de otra manera. La comedia me permite endulzar cuestiones que pueden resultar agrias, visibilizar la discriminación, fomentar la tolerancia y hacer reflexionar planteando preguntas. No se trata sólo de entretener, sino de estar comprometido, hacer llegar a la sociedad tu discurso y posicionamiento ante las cosas”, reconoce.
Así nació ‘Orgullo S.O.S’, en gira desde 2016. A la capital jiennense llegó de la mano del programa ‘Jaén Genuino’ de VIVA, con una representación en el Castillo en julio de 2018. Escrita junto a Daniel Blanco, fue su primera obra teatral como guionista y dejó huella como creador comprometido con visibilizar colectivos, en este caso, el LGTBI, al que “siempre” dará voz al entender que “no se puede dejar en el olvido a quienes han luchado por una sociedad más tolerante”. Ahora, también con Blanco, busca financiación para la producción teatral de ‘Regreso al pasaje’, un proyecto más ambicioso que recreará la vida social y la redada que acabó con el ‘Pasaje Begoña’ de Torremolinos, que en los años sesenta fue un oasis de modernidad y libertad.
Ya ha escrito el primer capítulo de ‘Los chicos de oro’, su proyecto más ambicioso, una serie de televisión en la que vuelve a visibilizar al colectivo LGTBI.
Máster de Guion y Narrativa Audiovisual por la Universidad de Sevilla, el año pasado realizó un curso intensivo de guion de cine en Nueva York, desde donde se trajo escrito ‘La casa rosa’, premiado en el Madrid International Film Festival como uno de los cinco mejores guiones sin producir. “Lo que más feliz me haría sería que un productor me llamara y me dijera que ha leído el guion y que se grabará la película. Es mi primer trabajo como guionista de largometraje. Detrás hay mucho esfuerzo y un trabajo muy cuidado. Es una prueba de fuego”, valora.
Con ‘Los ángeles eternos’ (un viaje a la Sevilla de Murillo) ha conseguido el premio al mejor guion de cortometraje andaluz de la Fundación Audiovisual de Andalucía y acaba de grabarse en la capital hispalense. Desde hace un año y medio trabaja como guionista de televisión.
Actualmente está inmerso en la segunda temporada del programa ‘Centenarios’, de Canal Sur. “Ser guionista me ha permitido contar historias sin que nadie me las impusiera. Escribir me permite colocarme en lugares y tiempos que no me corresponden o en los que me gustaría estar. También, ser quien no me atrevo a ser”, valora.
Vicepresidente de la Asociación de Escritores Cinematográficos de Andalucía (Asecan), lamenta que “vivir de la cultura no es fácil y ahora mismo, menos”. Señala que “la cultura debe entenderse como un bien esencial”, con políticas “reales” de apoyo a los profesionales.