En los últimos sesenta años la provincia de Jaén inició una apuesta exclusiva por el monocultivo, hasta llegar a sesenta millones de olivos plantados en más de quinientas sesenta mil hectáreas. Desde hace décadas, la provincia fue poniendo todos los huevos en la cesta del olivar y ahora, nuestro futuro es la agricultura, actividad que según palabras de Cicerón “es la profesión propia del sabio, la más adecuada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre”. Sin embargo, aparte de los propios agricultores y trabajadores del campo, la sociedad sigue de espaldas a esta realidad y hay numerosos indicios como prueba de ello.
No se cubren fácilmente los puestos de trabajo en el campo y la incorporación de nuevos agricultores es escasa; a nivel de formación, la Universidad de una provincia completamente agrícola no tiene departamentos de agronomía que desarrollen estudios superiores, hay menos programas de I+D+i que en otras provincias menos olivareras y tampoco hay suficiente oferta en módulos de formación profesional.
La Junta de Andalucía tiene mal dotadas de personal y de recursos a la Delegación Territorial de Agricultura, a las Oficinas Comarcales Agrarias y al propio Laboratorio de Producción y Sanidad Vegetal de Jaén, que lejos de ser el laboratorio oficial de referencia de nuestro país en todo lo relativo a la sanidad vegetal del olivar y la calidad del aceite, tiene un instrumental cada vez más obsoleto y una plantilla insuficiente.
La industria auxiliar a la intensa actividad agraria es casi inexistente en Jaén. Hay que importar casi todo lo que necesita el agricultor para su cultivo o el industrial para la extracción del aceite. Y a nivel de la sociedad jiennense como consumidora aún adolecemos de una gran incultura acerca del cultivo y del fascinante mundo del aceite.
Sin despreciar la importancia de fortalecer otros sectores económicos, la agricultura ya está implantada en Jaén como la única fuente de riqueza mayoritaria; ninguna otra puede aspirar a alcanzar su grado de desarrollo en el corto y medio plazo.
Es necesario un “plan Renove” para las fincas, que proporcione trabajo a talleres y empresas locales y mejore la productividad, incrementar la presencia de especialistas y la actualización tecnológica del agricultor, mejorar el servicio de las Administraciones al sector, formación laboral específica en todos los niveles, una estrategia institucional para atraer la industria auxiliar (maquinaria de todo tipo, material fungible, insumos, servicios al olivarero) y conseguir que la sociedad vuelva su atención hacia el campo, porque sin otras opciones a la vista nuestro futuro es la agricultura.
