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“Cuando se trata del mismo modo a todos se profundiza en la desigualdad”

Francisco Reyes hace balance de los dos primeros años de mandato en la Diputación y reflexiona sobre la política actual

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  • Francisco Reyes -

Francisco Reyes defiende la política como una herramienta útil para solucionar los problemas y no para crearlos. Tras más de treinta años de carrera echa la vista a atrás y recuerda sus inicios allá por 1987. “Mi padre era socialista, pero en casa no se hablaba de política”, recuerda. Ahora sigue viviéndola con la misma ilusión y esfuerzo del primer día y se muestra convencido de que así lo hacen la mayoría de los políticos de este país, muchos de ellos, trabajando altruistamente por el bienestar de sus vecinos y el futuro de su pueblo.

Cuando escucha tanto ataque a la política en general con esa desafección cada vez mayor, ¿qué siente?

Sé que la gran mayoría de los políticos tienen la misma ilusión que cuando empezaron, como a mí me ocurre. Esa desafección viene motivada por las grandes políticas que se desarrollan en las administraciones. Pero la gran mayoría de los políticos de este país (alcaldes, concejales) lo que hacen es dejarse la vida por sus ciudades y pueblos, muchas veces, de manera altruista. Es verdad que la gente tiene que echarle la culpa a alguien y los políticos tenemos culpa de muchas cosas de las que pasan y tenemos que cambiar y escuchar más y hablar menos y sobre todo, cumplir más. Pero creo que es injusta esa foto fija, porque esto solo se puede cambiar desde la política. Y aquellos que critican la política, a lo que aspiran no es a acabar con ella, sino a quitar a quienes están para ponerse ellos. Ya pasó con Cs y Podemos cuando hablaban de acabar con el bipartidismo. Ellos lo que querían era ocupar ese espacio que ocupaban el PP y el PSOE.

¿Pero esa desafección hacia la política tiene una clara consecuencia, el extremismo y el populismo?

No debemos olvidar tampoco que esa desafección tiene una causa que es la crisis. Con la bonanza económica, en el boom del ladrillo, hubo más corrupción que nunca, más sinvergonzonería que nunca. Y a pesar de ello, la gente entonces iba a los mítines y aplaudía como nadie. ¿Cuándo llega esa desafección? Cuando hay dificultades y hay problemas. Yo lo entiendo, porque va ligada a las dificultades y las crisis y los ciudadanos quieren que les resolvamos sus problemas, con lo cual, esa crítica no es más que una prueba de la creencia en la política con mayúsculas. Porque la solución pasa por nosotros. Y efectivamente quien gana en esta situación es el populismo. Gana quien sin tener responsabilidades dice lo que la gente quiere oír, elevado a la enésima potencia. La gente, ante la desesperación, piensa: tú no me resuelves el problema y este dice que sí. Es probable que no lo resuelva, pero es que tú me estás diciendo que no tiene solución.

Con mensajes, además, muy simples, vacíos y generales

Claro, que si yo estoy gobernando tú vas a beber toda la cerveza que quieras y a vender toda la que puedas. En Madrid han votado los que se han bebido la cerveza y los que la han vendido. En un país en el que todo el mundo está pendiente de un programa de una isla o de la hija de una gran cantante, pasa algo. Aquí pasa algo. Yo creo que todo esto está ligado a una crisis muy dura, que es la de 2008 y que después, sin levantar cabeza de ella, viene la actual, la del coronavirus. Pero si la gente se para a pensar, de esta crisis hemos salido gracias a los políticos y a ese consenso entre Europa. Esta pandemia va a salvar a la Unión Europea y para eso es para lo que sirve la política, para solucionar problemas, no para crearlos.

Al poco tiempo de comenzar el mandato aparece la pandemia, ¿qué le pasa por la cabeza?

En primer lugar, que no estábamos preparados para esto. Ni mentalmente, ni materialmente, ni siquiera desde el punto de vista del conocimiento. No había un manual de pandemia, ni para nosotros ni para el presidente del Gobierno. Tomar la decisión de un confinamiento y un estado de alarma es muy dura. Ahora no tenemos problemas para comprar EPI, pero en aquel momento era una odisea. Nosotros, en Diputación, compramos un millón de mascarillas a una empresa que no conocíamos de nada y que nos pidió más de 700.000 euros antes de recibir el producto. Nos dijeron que llegaba en una semana y estuvimos asustados más de un mes, porque no sabíamos qué pasaba. Ha habido, además, una tremenda deslealtad por parte de todas las comunidades de todos los colores políticos hacia el Gobierno de España. Lo bueno que se hacía era gracias a las comunidades. Lo malo, el Gobierno de España. Ha habido mucha gente que cuando se haga balance de este periodo para la Historia, tiene poco currículum, porque lo que han hecho ha sido aprovechar el sufrimiento de la gente y las dificultades para hacer oposición. Y ese es un gran error de nuestro país. Estos que se dan golpes en el pecho como españoles han provocado una situación que no se ha dado en toda Europa. En esta pandemia es verdad que ha aparecido lo mejor de la gente, pero también lo peor. Hay muchas cosas por las que pelearnos en política, pero la pandemia no podía ser una de ellas, porque se está jugando con la salud de la gente.

¿Tras todo lo vivido, cuál es su obsesión actualmente al frente de la Diputación?

Intentar mitigar los problemas en materia de salud, pero ahí no tenemos competencia; pero mi obsesión sí es convertir la pandemia en una oportunidad para intentar que todo el mundo, en el ámbito social y económico, salga de esta situación. No pueden salir solo unos pocos. Si hay una parte de población que se queda en el hoyo, no habremos hecho bien nuestro trabajo. Yo estoy convencido de que la salida de la crisis va a ser corta. Por tanto mi obsesión es que todo el mundo salga. En definitiva, redoblar el esfuerzo de lo que ya hacíamos desde Diputación, y priorizar el empleo y las políticas sociales, independientemente de que los servicios y las infraestructuras lleguen a todos los rincones.

¿Cómo se soluciona el desequilibrio territorial?

Solamente tratando a los territorios de manera desigual. Cuando se trata de la misma manera a todo el mundo se profundiza en la desigualdad. Por tanto debe haber una discriminación positiva con aquellos territorios que lo necesitan. Y cuidado en ese sentido, porque me preocupa en que en Jaén estemos obsesionados con decir que estamos en el vagón de cola. Porque hay muchos ámbitos en los que no estamos. Pero es un carácter de esta tierra, que piensa que cuanto peor esté más me van a dar. Cuando hablan de la España vaciada, Jaén no se debe sentir aludida. No somos España vaciada. Somos como el resto del país, un territorio en el que se ha invertido la pirámide poblacional.

Pero llevamos muchos años perdiendo población y con altas tasas de emigración.

Pero eso pasa en todos sitios como consecuencia del envejecimiento de la población. ¿Qué pasa?, que en Madrid se suple con la llegada de personas del mundo rural y de otras provincias. Pero aquí, de toda la vida, si en un pueblo había cinco personas que estudiaban Medicina, las cinco se iban. Y si había tres arquitectos, pues igual. Y si había treinta que eran maestros, pues a lo mejor se quedaban diez. Y los que se quedaban se casaban tenían hijos. Ahora qué pasa: que los que se van, se van; y los que se quedan no tienen hijos. Porque con lo que se paga a los jóvenes y la situación laboral es muy complicado tener una estabilidad. Por todo ello tiene que haber una discriminación positiva hacia esos territorios de todos los Gobiernos. De Europa, de España y de las comunidades autónomas. El reto demográfico no puede ser solo un titular. Llevamos desde el año 2017 que se abordó en la primera conferencia de presidentes y no se ha legislado nada para evitar el reto demográfico. Ni legislación, ni medidas fiscales, e inversiones, las justas. Y ya han pasado casi cinco años.

¿Y qué es lo que hay que hacer?

Los gobiernos tienen que tener como objetivo procurar que quien quiera vivir en el medio rural pueda hacerlo, no obligar a nadie. Y por supuesto, no obligar a la gente a que se vaya de su pueblo porque no pude vivir. El objetivo es que tengan los mismos servicios que el resto de territorios.

¿Qué se hizo bien y qué se hizo mal con el Colce?

Se hizo bien sacar adelante el proyecto, que lo hizo el alcalde de Jaén. Ese proyecto estaba en un cajón después de que María Dolores de Cospedal decidiera que se ubicara en Toledo. No se pudo ejecutar por la crisis presupuestaria de entonces. ¿Qué hizo Julio Millán? Ver una oportunidad en ese proyecto. Y se hizo un buen trabajo. Y nadie le prestó atención hasta que el Ayuntamiento de Jaén nos puso en contacto a todas las administraciones. Y lo malo que ha habido ha sido deslealtad por parte del Estado y de la Junta de Andalucía, que no nos dijeron que estaban trabajando con Córdoba. Hubo una deslealtad total. Todos los diputados se pronunciaron en la sede parlamentaria andaluza. Y Córdoba se sumó a última hora y aún no sabemos en qué condiciones se van a financiar, porque ha habido oscurantismo por parte del Gobierno de España. Además, a la Junta, le planteamos la financiación público-privada y fuimos con un plan de financiación. Hay que reconocer el trabajo que hizo Julio Millán y su equipo.

¿Ha notado algún cambio en la forma de tratar a Jaén desde ese momento por parte del Gobierno de España?

Ese cambio de sensibilidad se produjo en el momento en que hubo un Gobierno socialista en Madrid. El problema es que no hay proyectos, estudios informativos. Si ahora mismo el Gobierno decide gastar 5.000 millones para el ferrocarril de Jaén no hay nada de nada. Un ejemplo, hace más de diez años vino Magdalena Álvarez a presentar la estación intermodal en Jaén. Después hubo un cambio de gobierno local y en España. Yo entiendo que el nuevo gobierno cambiara y quisiera llevársela a Vaciacostales. Vale. Pero es que en todos esos años no se hizo nada. Ahora hay voluntad. Ahora hemos recortado 20 minutos, pero es que no podemos comprar la vía en 48 horas. Los únicos proyectos que hay hechos son los de la A-32.

Pero redactar proyectos también es voluntad política, ¿no?

Claro, pero es que desde el año 2011 a 2018 no se ha hecho ningún proyecto de la A-32, ni del ferrocarril, ni de la estación. Nada. De hecho cerraron el intercambiador de Alcolea. Hubo un tren, el 161 que se puso para Jaén, pero que en 2013 se fue de Jaén. ¿Qué vamos a hacer? Reactivar el tramo Grañena-Casa de Torrubia, porque la empresa quebró, y el tramo Manzanares-Alcázar de San Juan, que no es nuestro territorio, pero que nos va a acortar veinte minutos para ir a Madrid. Hay voluntad política, pero no hay proyectos.

¿Pesa más el bajo PIB de nuestra provincia y la demografía a la hora de hacer política?

No tiene por qué ser así. Ya nos pasó con el anterior cambio de Gobierno. Con Zapatero se proyectaron seis tramos de autovía en la A-32 a la vez. Nunca se había hecho. Se adjudicaron cinco proyectos. ¿Por qué? Por el Activa Jaén, que fueron 1.700 millones de euros para Jaén, publicados en el BOE. Desde 2006 a 2011 la inversión fue inédita.

¿Qué opina de los tres ediles de Cs que han roto el pacto de Gobierno con el PSOE en el Ayuntamiento de Jaén?

Que hay que pensar más en la ciudad y menos en sí mismos. Han tenido una oportunidad de pasar a la historia en un momento de inflexión de la capital y van a pasar a la historia por todo lo contrario.

¿Y de las plataformas ciudadanas?

Yo respeto la opinión de todo el mundo. Pero no pueden erigirse en representar a un territorio cuando son personas a las que no ha elegido nadie. Yo lo que les pido es que exijan a todos por igual. Y hay algunas plataformas que se sabe perfectamente donde están.

¿Pero por qué no se sientan juntos?

Porque creo que hay otros intereses distintos y alguna vez los veremos. Yo me siento con el CES y sé que está UGT, CCOO, los empresarios, la Universidad, los ayuntamientos. Pero cuando yo pregunto a quién representan ciertas plataformas no me contestan. ¿Quiénes la forman? Y nos dicen que no pueden decir quiénes son para que no se tomen represalias. No podemos tratar de la misma manera a quienes se juntan tres una tarde que a quienes están representando legítimamente a colectivos y que se han ganado esa representación en un proceso democrático.

Hace unos días el nuevo presidente de la Confederación de Empresarios, Bartolomé González, dijo que Jaén debía salir de la parálisis del análisis, ¿comparte ese planteamiento?

Claro, es que es que hay que pasar de la reflexión a la acción, aunque la reflexión hay que hacerla de manera permanente, porque vivimos una situación cambiante. Vuelvo al reto demográfico. ¿Cuántos años llevamos hablando de él? Que ha habido comisiones en todos sitios y sabemos qué hay que hacer. Solo queda hacerlo. Pero insisto, desde 2017 no ha habido ninguna medida legislativa al respecto. Y día que pasa es uno que no nace, otro que se muere y otro que se va. Por tanto, hay que actuar ya. Ahora se va a aprobar la Ley del Suelo, pero no puede ser la misma para Marbella que para Santiago de la España, porque en Marbella hay inversores y en Santiago de la Espada están deseando que lleguen esos inversores.

¿Qué se va a ver el resto del mandato?

Creo que vamos a ver cosas importantes, porque la economía se va a relanzar y eso nos vendrá bien a todos. Si no hay sorpresas va a ser un mandato de más felicidad. Va a haber más oportunidades y vamos a tener más recursos y la capacidad de gestionarlos. Debemos tener ahora todos los políticos la obligación de gestionar con responsabilidad. Y que se pueda hacer desde los gobiernos locales, que somos los que conocemos el territorio.

¿Por qué Juan Espadas?

Porque necesitábamos un cambio. El PSOE necesitaba abordarlo y en segundo lugar porque era el candidato idóneo. Es una persona normal, que ha demostrado que sabe gobernar, una persona de consenso con otras fuerzas políticas y especialmente destaco la capacidad que tiene de escuchar. Juan Espadas está en proceso permanente de aprendizaje. Ya se ha notado la ilusión que ha generado y nada es lo mismo desde el pasado 13 de junio. Además, la campaña ha sido ejemplar y ha unido al partido.

¿Habrá un efecto Espadas en las elecciones andaluzas?

No lo sé, pero es un elemento que el PP ya está teniendo en cuenta. Se han percatado de que la situación no es lo mismo antes de las Primarias, pero creo que en el Partido Popular primarán a la hora de adelantar o no las elecciones los intereses de Moreno Bonilla y de su partido antes que los de los andaluces.

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