El Teatro Villamarta pone en escena mañana viernes 28 de abril
Diva, el nuevo montaje de
Albert Boadella que retrata lo que pudieron ser los últimos días de la trágica vida de
María Callas, la gran figura del género lírico de la segunda mitad del siglo XX. Acogido con entusiasmo por el público y la crítica, el montaje está interpretado po
r la soprano María Rey-Joly, en la piel de María Callas, y el pianista y
tenor Antonio Comas, que se desdobla en el papel de Ferruccio, su maestro repetidor, y de Aristóteles Onassis, el gran amor de la cantante. La dirección musical corre a cargo de Manuel Coves.
Los dos protagonistas, cantantes y a la vez actores, recrean una historia que presenta a María Callas en el ocaso de su vida. La Divina, así llamada por su tremendo talento vocal y dramático, reside en un hotel de París, encerrada y alejada de todo. Su voz ya no tiene nada que ver con lo que fue en otros tiempos, cuando el mundo se rendía ante la extraordinaria calidad de su canto y sus capacidades escénicas. La crítica se ha cebado con ella en sus últimas apariciones y no ha vuelto a cantar en público. Aristóteles Onassis ha muerto y la realidad de su decadencia como artista y como persona la hace vivir en un mundo de recuerdos.
En el último tramo de su existencia Callas desdeña el presente y fuerza a su pianista para que la acompañe en un imaginario repertorio que ya no podrá afrontar. También lo utiliza para crear una situación un tanto sadomasoquista: lo obliga a interpretar a Onassis, el hombre al que ha amado con absoluta entrega, y repite con Ferruccio sus momentos más apasionados. En su delirio, se imagina al magnate griego como pareja de los grandes dramas operísticos que ella protagonizó. Alguien que la mata o con quien morir al final de la ópera. Es el inicio del camino hacia su propio y misterioso final, que muy pronto realizará a su voluntad.
En la trama dramática de
Diva se utilizan las arias de
Tosca,
El Trovador,
Madama Butterfly,
La Wally,
Dido y Eneas,
Otello,
Norma, etc. La vida de la artista siempre tuvo algo de ópera trágica. En ella se yuxtaponía la María Callas solitaria -que vivió grandes sacrificios personales- con la figura pública que cosechó grandes triunfos rodeada de la jet set (Visconti, Pasolini, Marilyn Monroe o Grace Kelly).
Explosión de sentimientos
Esta obra supone el regreso de Albert Boadella al drama operístico después de sus anteriores montajes dedicado al género lírico como Don Carlo,
El pimiento Verdi o
¿Y si nos enamoramos de Scarpia? Según el director, esta pieza “no podía ser una hora y media en prosa”. Por eso aprovecha los altibajos de Callas para introducir la máxima explosión de sentimientos a través del canto. “En cierta medida es una ópera con distintos compositores, por eso requiere de unos buenos cantantes que, al mismo tiempo, sean grandes actores”, explicó. Y esa dualidad la advierte tanto en María Rey-Joly como en Antonio Comas.
Con esta
Diva, según la crítica, Boadella vuelve al “teatro con mayúsculas” y pone en pie una tragedia conmovedora, un espectáculo “imprescindible”. El creador catalán plantea un juego escénico en el que con pocos elementos (un piano, un diván, una pequeña columna que sostiene un tocadiscos) “consigue crear momentos de gran belleza y valor artístico”.
El ex director de Els Joglars busca ahora –en esta cuenta atrás de su vida artística- “el arte en directo, la emoción instantánea”. Y eso es lo que pretende con
Diva, concentrado como anda “en la poética relación entre música y teatro”.