Esta iniciativa se pondrá en práctica, en base a la información aportada por Márquez, en el módulo cuatro, a principios de enero, y de ella se beneficiarán 131 internos, aproximadamente el doble de los que ya lo hacen en el módulo siete, también llamado libre de drogas.
Márquez comentó que hay un equipo de tratamiento trabajando en la puesta en funcionamiento de este módulo especial, en el que rigen unas normas algo diferentes de las que imperan en otros módulos de la cárcel.
Representante
De entre los internos que componen el módulo de respeto de la prisión, se elige a una persona que sirva como representante de todos ellos, “un alcaide del módulo”, en palabras de Márquez, quien sirve como portavoz y árbitro, a un tiempo, de las cuestiones que se dirimen en aquel espacio.
Los alcaides asumen, además, otras responsabilidades, como la de organizar la vida dentro del módulo. Al mismo tiempo, se conforma un comité de recepción que dará parte a la dirección de las cuestiones relacionadas con dicho módulo, así como un comité de conflictos, que será el encargado de resolver los problemas de convivencia que puedan originarse dentro del módulo.
Según comentó Márquez, este tipo de módulos tienen una ocupación máxima de 144 personas. En este caso, el programa cuenta con 131 internos en el módulo cuatro. Aproximadamente otros 60 se benefician, igualmente, de estas condiciones en el anterior módulo de respeto, integrado en el módulo siete libre de drogas.
Todos estos aspectos están dirigidos, como recordó Márquez, a facilitar la reinserción sociolaboral de los presos.
