Y antes de que el gallo cantara por tercera vez, Pedro se convirtió en el primer negacionista de la historia, por delante incluso de Miguel Bosé, que fue ‘amante bandido’ para luego convertirse en filósofo y científico de usar y tirar. En la vida tenemos pocas certezas, y en la Feria menos. Pero nadie cuestiona –no lo puso en duda ni Carlos Jesús a pesar de haber llegado desde el lejano Raticulín- que el miércoles es el día de las mujeres y el de mayor animación en el Real.
En una Feria de movimiento económico notable –que es algo que ni siquiera niegan ya los caseteros- el miércoles se alcanza el lleno total se vaya por dónde se vaya. No hay sillas, ni mesas, ni tablao en el que bailar una sevillana.
El Real parece convertirse desde primera hora de la tarde en el plató del programa de Juan y Medio, y por él desfilan miles de mujeres llegadas desde el más recóndito lugar de Andalucía.
Por una semana van a llevar razón los ‘terraplanistas’. No hay vida más allá de los confines del parque González Hontoria. Ahora sí, la Tierra es plana y está cubierta de albero. Apenas tenemos cobertura en los teléfonos móviles, algo que quien más y quien menos terminará atribuyendo a una conjura internacional para que no podamos subir a las redes las fotos chorras que nos hacemos en la Feria, para que no tengamos oportunidad de opinar ni de organizarnos contra el enemigo exterior…
Aislados del resto del planeta, se advierten sin embargo señales de catástrofe inminente. ¿Qué hacen tantos rollos de papel higiénico apilados sobre el baño de esa caseta que siempre está ‘averiado’? ¿Por qué de dos baños por caseta, siempre hay uno fuera de servicio? ¿Por qué Íker Jiménez no ha planteado nunca está cuestión en ninguno de sus programas? ¿De parte de quién estás Íker? ¿'Quo vadis' Íker?
¿Cuánto vive el caballo del retratista? ¿Cuántas capas de pintura aguanta la fachada de una caseta? ¿Qué se esconde detrás de la personalidad de los compradores de turrón? ¿Por qué alcatufas? ¿En serio le echan más sal de la cuenta a determinadas cosas para que bebas más? ¿Tienen sentido las chaquetas cruzadas? ¿Cómo es posible que al tratar de dormir sigas escuchando el estruendo de la Feria?
¿A dónde estaré Dios mío, la próxima primavera, cuando bailen sevillanas por las calles de la Feria, y el torero en el albero brinde al cielo su faena...? ¿Dónde está Íker Jiménez cuando realmente se le necesita?
La Tierra es plana –no hay vida más allá de la plaza del Caballo, en serio- y está cubierta de albero. Pero,
¿qué le echan realmente al albero?. “No se fíe, no se fíe, de la Bruja Avería”. Compartir mesa y jarra de rebujito con un negacionista y un conspiranoico pueden generarle más adrenalina que adentrarse en el Triángulo de las Bermudas sin flotador.
No existen experiencias similares. Bueno, qué digo, sentarse con los hermanos mayores del Lunes Santo…
Desde un rincón de la Feria con cobertura –que no digo dónde está-
he sabido que este miércoles del mujerío nos ha dejado Mariano Ozores, artífice de un género cinematográfico casi inclasificable del que media España –no sé si la negacionista o la conspiranoica- llegó incluso a avergonzarse. A todo esto, en el Real parece que estuviéramos a
‘cuarenta grados a la sombra’, hay mucho
‘currante’ y casi tantos
‘liantes’. En esta tarde de femenino y plural no hay
‘cuatro mujeres y un lío’, sino infinitos, y no faltan aquellos a los que llamar
‘calzonazos’ por quedarse en casa con el pretexto de la Europa League.
Lo de las casetas y los cacharritos es un
‘todos al suelo’ a mano armada y rostro cubierto con un panty de los chinos, y a eso habría que sumar aquello de
‘cómo está el servicio’, con reservados y sin ellos. Luego se enciende el alumbrado, llega
‘la nuit’ y su Manolo, y hasta
‘el cura ya tiene hijo’, cuando no dos. ‘Los bingueros’, Mariano Ozores, Pajares y Esteso. Pues todo eso, guste más o menos, también forma parte de nuestra esencia, que es la palabra mágica –como
‘el liguero’- a la que nos agarramos siempre que no queremos reconocer nostalgia de un tiempo pasado que no fue mejor, pero sin el que no podemos entender el presente.
Así que no lo niegues más, porque la Feria de Jerez termina atrapando por mucho que se quiera evitar. Lo dicen a boca llena los miles de visitantes que la han hecho suya aún a costa de globalizar el sentido de un fenómeno que hasta hace apenas unos años era básicamente local. Y de esa globalización tienen mucha culpa las excursiones de mujeres que año tras año han ido desembarcando en el Real para luego trasladar vivencias a sus lugares de origen.
No niegues la realidad ni pretendas hacernos creer que a ti ‘las mujeres, ni fu ni fa’, porque tantos miércoles de ‘lolas’ por Jerez han ‘llevado al huerto’ a la mismísima Feria.