El Grupo Operativo BIO C, integrado por Ecovalia, Expasa (Yeguada Cartuja Hierro del Bocado) y la Universidad Pablo de Olavide, presentó ayer en Jerez los resultados finales de un proyecto que apuesta por las variedades tradicionales de cereal y el manejo ecológico como base para afrontar los retos del secano andaluz.
Durante la jornada, celebrada en la finca piloto ubicada en la Yeguada Cartuja, se compartieron los principales resultados obtenidos en el marco de este proyecto innovador cofinanciado por la Junta de Andalucía y el Fondo Feader. En este sentido, BIO C ha probado que el uso de variedades tradicionales andaluzas de trigo, combinadas con prácticas agroecológicas y mejoras ambientales, permite reducir la huella de carbono, mejorar la fertilidad del suelo y favorecer la biodiversidad funcional en cultivos extensivos de secano.
Así, el equipo del proyecto ha realizado ensayos en campo, evaluaciones participativas con agricultores, análisis de harinas y catas de panes con consumidores, así como un censo de aves y de biodiversidad.
A este respecto, BIO C no solo ha generado conocimiento técnico, sino que ha reforzado la conexión entre producción, transformación y consumo.
Para Álvaro Barrera, presidente de Ecovalia, “Bio C nos ha permitido corroborar el papel que juega la producción ecológica en la contribución a la sostenibilidad a largo plazo. A través de la implantación de mejoras ambientales en los cultivos extensivos ecológicos, Cádiz tiene un gran potencial de cara a ofrecer nuevas oportunidades de negocio y mejorar los resultados económicos”.
El resultado, subrayó, se ha convertido en una “oportunidad fantástica” frente al cambio climático y la oscilación de precios, de ahí que ya cuenten con peticiones para continuar con rl proyecto en otras zonas.
“Es un proyecto enriquecedor”, destacaba Judit Anda, presidenta de Yeguada Cartuja, en el sentido de que “se abre un espacio de oportunidades al encauzar la innovación con la recuperación de variedades tradicionales del cereal. Los resultados son buenos y hay interés por replicar el proyecto”.
Por su parte, Gloria Guzmán, de la UPO, destacó que gracias a BIO C han logrado llevar a la práctica los estudios que llevaban diez años realizando en torno a las variedades tradicionales del cereal y aplicar todo su conocimiento en favor del campo. “La llamada de Ecovalia ha sido una oportunidad para trabajar con el agricultor en la evaluación de la innovación y comprobar su utilidad”.
Entre los principales resultados destacan que una huella de carbono negativa en los cultivos con variedades tradicionales (-345 kg CO₂e/ha/año frente a +811 kg en cultivos convencionales), así como que el cultivo de variedades tradicionales tiene buena adaptación al secano, alto contenido proteico y buen rendimiento sin insumos sintéticos. Por otro lado, la implantación de mejoras ambientales como setos, islas de biodiversidad, cajas nido y hoteles de insectos, han favorecido la presencia de aves e insectos beneficiosos. Asimismo, se ha llevado a cabo una evaluación positiva del pan elaborado con estas harinas por parte de panaderos profesionales y consumidores.